sábado, 19 de febrero de 2011

Las dietas rápidas vuelven pese a los consejos en contra


Los métodos milagrosos suelen garantizar la pérdida de kilos inmediata pero pueden acabar en daños hepáticos y renales

Navegante: Ana Macpherson

En forma de best seller o por el eficaz sistema de descubrir que tal famoso la ha usado y le ha ido estupendamente, o incluso revestidas de un estricto control profesional y un elevado precio, los milagros dietéticos reaparecen cada año. La Asociación Americana de Dietética (ADA), la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, las sociedades médicas dedicadas a la obesidad (SEEDO), así como la de Dietistas Nutricionistas, se desgañitan una y otra vez asegurando que no funcionan y que tienen riesgos.

Pero no les hacen mucho caso. Los milagros ofrecen velocidad, éxito inmediato y una suave continuidad en la que parece que uno puede llegar a olvidarse de la dieta. Alguna de las fórmulas incluso ofrece ese día a la semana en el que saltarse las molestas reglas que restringen el placer a cambio de tomar cada día un sobrecito de algo. Y la obesidad crece y crece, como el sobrepeso (“todos los obesos pasaron antes por el sobrepeso”, recuerda la presidenta honoraria de la Asociación Española de Dietistas Nutricionistas, Pilar Cervera).

La dura realidad es otra. “Logré un bajón brutal y mientras lo seguí, no engordé, pero supongo que, culpa mía (siempre es así, ¿no?), no llegué hasta el final y dejé de ir, entre otras cosas, por el precio de la visita... Y el rebote ha sido brutal. Estoy enorme”, explica A.M., usuaria periódica de dietas, la última, una de las llamadas excluyentes (unos 500 o 600 euros al mes, aunque algunas de las nuevas son más baratas), rica en proteínas y apenas hidratos de carbono. El objetivo de los sobres de proteínas con los que uno se alimenta para adelgazar es conseguir una cetosis, un fenómeno que ocurre cuando el cuerpo ante la falta de hidratos de carbono echa mano de las reservas de grasa para producir la energía que necesita. Esa es la señal de que funciona para adelgazar, aunque a la vez provoque mal aliento, alopecia, mareos, astenia, sequedad ocular y de la piel, irritabilidad y quizá, a la larga, daño renal y hepático. Hay que mantener la cetosis dos o tres meses si se quiere perder mucho peso.

Las proteínas son el recurso adelgazante de moda, pero en otros momentos fueron los diuréticos, las alcachofas, la piña, la disociación de alimentos... Casi siempre con alguna restricción de alimentos muy radical. La prohibición de alimentos, a juicio de los dietistas y de los endocrinólogos que se ocupan de la obesidad, ayuda a deseducar a la población en su forma de alimentarse. “Si somos omnívoros y lo mejor para cualquier humano es comer de todo, prohibir determinados alimentos no ayuda a comer mejor y controlar el exceso, sino a tener problemas de malnutrición, y también ayuda a dejar la dieta al cabo de unos meses, porque es muy difícil de mantener”, señala Violeta Moizé, dietista de la unidad de obesidad del Clínic.

“Este tipo de dietas de mucha proteína y mínimo hidrato no es un tratamiento de la obesidad”, advierte Xavier Formiguera, presidente de la Seedo (Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad) y pionero en los tratamientos de grandes obesos en España. “Al principio, además, lo que se pierde es más masa magra que grasa y provoca un gran desequilibrio. A una persona sana que lo haga durante 15 días, quizá no le pase nada, pero durante más tiempo o si se padece algún otro problema de salud, las secuelas pueden ser importantes”, advierte. “Y el rebote está asegurado”.

Cuesta entender el empecinamiento de una sociedad cada vez mejor informada en entregarse a lo milagroso. “Pero cuesta también entender que el exceso de peso es un problema que habrá que cuidar siempre, que es un problema crónico y que se trata de hacer cambios permanentes en el estilo de vida”, reconoce Formiguera. “Y que engordar es la dirección más normal del cuerpo, por el sedentarismo, por los cambios hormonales y que para controlarlo y no permitir que dañe la salud y la satisfacción con uno mismo hay que aprender a comer bien e incorporar a la vida mucho más movimiento”, recuerda la dietista del Clínic.

La Asociación Americana de Dietética consignó nueve principios para identificar cuándo una dieta es fraudulenta, y la lista hace hincapié en la rapidez y en la prohibición de algún grupo de nutrientes. La Asociación Española de Dietistas tiene un grupo de revisión y estudio que participa con organizaciones de consumidores y organismos sanitarios para evitar esos fraudes, que dirige Julio Basulto. El paciente debe saber quién le trata, ver el título, y comprobar qué le dan. Ha de saber que está prohibido publicitar alguna sustancia como adelgazante y que un profesional no puede suministrar un producto en la consulta. “Es un gran negocio”, denuncian desde la asociación.

Cómo identificar dietas fraudulentas

1. Prometen resultados “rápidos”.
2. Prometen resultados “mágicos”.
3. Prohíben el consumo de un alimento o grupo de alimentos.
4. Contienen listas de alimentos “buenos” o “malos”.
5. Exageran la realidad científica de un nutriente.
6. Aconsejan productos dietéticos a los que atribuyen propiedades mágicas.
7. Están basadas en el consumo de productos dietéticos caros si se comparan con el coste de obtener el mismo resultado mediante alimentos, y vendidos precisamente por quien propugna estas afirmaciones dietético-nutricionales.
8. Incluyen relatos, historias o testimonios para aportar credibilidad.
9. Contienen afirmaciones que contradicen a colectivos sanitarios de reputación reconocida.

Datos de la Asociación Americana de Dietética (ADA)

Faro:  La Vanguardia / Salud

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