jueves, 28 de julio de 2011

el talento en 5 palabras


El talento es algo que te conecta al placer, algo innato; facilidad para hacer lo que ya sabías hacer de niño, aunque fuera bajo otra forma.

!Algo en lo que eres bueno desde hace tanto que ya ni te acuerdas¡

Don, talento, posibilidad, capacidad, aptitud, competencia, éxito... ¿Cómo podemos aclararnos?

El talento en 5 palabras:

Es fácil saber si nos encontramos ante un talento. Hay 5 componentes que tener en cuenta:

Factibilidad
Algo que siempre ha sabido hacer. No es nada adquirido, sino innato aunque lo haya desarrollado o descubierto tardíamente, ese talento está en mí.

Facilidad
Es algo que hago con facilidad. Cuando me pongo, lo hago bien siempre, fácilmente, sin esfuerzo.

Reproducción
Es algo que sé reproducir. No es un éxito aislado. Puede ofrecer muchos ejemplos

Placer
Es algo que me produce placer. Este placer está ligado a la facilidad. el esfuerzo que puedo poner al hacerlo es enorme y me produce energía no la desgasta. Cuando lo hago no tengo dudas sino , al contrario satisfacción

Reconocimiento
Es algo que los demás reconocen. Mi talento en un determinado campo significa que tengo facilidad para ese ambito y que los demás lo reconocen. El talento es algo que se ve , que se aprecia, reconocido por los demásde manera evidente.

Si la respuesta de tu talento a cada uno de los componentes es sí, estas realmente ante un talento que te pertenece

Los 12 recursos fundamentales del buen carácter

El buen carácter sería aquel que dispusiese de muchos recursos íntimos.
Los recursos personales o íntimos son aquellas capacidades, saberes, detrezas, rasgos de carácter, que facilitan el acceso de una persona a la felicidad, debido a que la hacen más posible, aunque no la aseguran
Se pueden seleccionar 12 recursos fundamentales que componen una primera aproximación al buen carácter.
Son los siguientes:
1. La seguridad básica. La confianza proviene del ambiente afectivo en el que se unen la calidez y el control. Es el inicio de la autoridad sobre la propia vida, el principio de la seguridad. Las experiencias vitales pueden ser complicadas, pero con estos elementos el carácter se mantiene y la persona sigue adelante. Los estilos de crianza fueron importantes para adquirir esta seguridad básica.
2. El equilibrio afectivo. el temple.  El equilibrio significa elegir de entre todo lo posible aquello que nos beneficia (la afectividad nos enseña qué nos conviene) y establecer un orden sentimental y saber juzgar lo valioso y lo deseable frente a lo que está vacío o es destructivo. La templanza es una capacidad relacionada con la fuerza y la serenidad del carácter.
3. La sabiduría. Es la apertura a la experiencia y a la realidad, sabiendo aceptar lo que es cada cosa. Construye las creencias, permite la reflexión y la crítica. Une los dos hábitos de la inteligencia en una racionalidad poética que al mismo tiempo inventa y justifica lo inventado. La sabiduría conduce a la acción.
4. La fortaleza. Se concreta en el valor, atreverse, y en la perseverancia. Es una decisión que lleva a sostener el esfuerzo por algo que consideramos bueno. La resistencia y la capacidad de recuperarse de las experiencias difíciles, y la paciencia, forman parte de este recurso.
5. La diligencia. Es la adecuación de la acción a los valores, al cuidado de lo valioso, surge del amor y enseña a que sea el objeto que se cuida – o la persona- el que marque el tiempo de la acción. La dificultad para comenzar las tareas es un gran problema actual.
 6. Autonomía responsable. Es el reconocimiento del yo al mismo tiempo individual y social, lo que conduce a la responsabilidad y a la libertad comprometida con lo que somos en conjunto.
7. La creatividad. Es la ampliación de la realidad a través del descubrimiento de nuevas posibilidades de conocimiento y lleva a la resolución de los problemas. Es un acto generoso porque hace posible que algo valioso pertenezca a la realidad, se comparta. Puede dar lugar a una pedagogía de la posibilidad, a un empeño por lo que podría ser.
8. La alegría. Es un sentimiento de plenitud, amplía la extensión de lo vital, conquista espacios para la persona. Es un recurso muy importante.
9. La sociabilidad. Es una característica esencialmente humana, que llega a su plenitud en la amistad, pero también en la construcción de sistemas más complejos de relaciones que permitan una convivencia enriquecedora.
10. La compasión. Es sentirse afectado por el dolor de los demás, produce sufrimiento pero también da lugar a estrategias de ayuda. Se trata del beneficio común y de la conciencia de que somos parte de un todo.
11. El respeto. Es el sentimiento adecuado ante lo valioso. Es el reconocimiento que los demás hacen de nuestra dignidad y viceversa. La aceptación de los principios exige la reciprocidad.
12. El sentido de la justicia. Es una necesidad para asegurarnos que el resto de recursos fundamentales estén al alcance del conjunto de la sociedad. Su expresión son los derechos y el sistema de reciprocidad y colaboración que sostienen


miércoles, 27 de julio de 2011

Niveles de la personalidad

En el articulo “La educación del carácter, núcleo de la personalidad”, de José antonio Marina. Distingue tres niveles de personalidad.
La personalidad recibida, determinada genéticamente (sexo, habilidades intelectuales básicas, temperamento). A partir de ella, mediante la experiencia y la educación, se va configurando
la personalidad aprendida, que es lo que llamamos carácter.
Pero también hay una personalidad elegida: el proyecto de vida que cada uno hace desde su carácter y su circunstancia. Explica que si no fuéramos libres, nuestra personalidad y nuestro carácter se confundirían, y eso es lo que afirman muchas teorías psicológicas, y reitera que todos tenemos un margen de libertad que nos permite elegir metas diferentes.
La libertad es, ante todo, es un proyecto de liberación. Y en algunas ocasiones ese proyecto puede exigirnos, por ejemplo, intentar cambiar nuestro carácter, si nos parece un obstáculo. Este último nivel de la personalidad es una tarea personal.
La tarea educativa es clave en la formación del carácter, parte nuclear de la personalidad, fuente de posibilidades y fortalezas.
Navegante: José Antonio Marina

jueves, 14 de julio de 2011

Educar el carácter

Uno de mis faros de referencia es José Antonio Marina, como eje central del modelo de éxito que investigo y desarrollo está el Carácter que es fundamental para la educación. en esta entrada se proporciona  información que nos facilita y aclara la manera de definir la educación.

Así como de pequeños adquirimos hábitos que marcan nuestro carácter considero que como adultos podemos seguir formándolo o mejorándolo y lo llamo el proceso de educar el carácter, estoy convencido que es la clave de lograr el éxito verdadero.

¿Quien es poseedor de la verdad, si cada uno de nosotros poseemos la nuestra ?

En la UNIVERSIDAD DE PADRES utilizan una sencilla fórmula para definir la educación: 
         
            EDUCACION =  INSTRUCCIÓN + FORMACIÓN DEL CARÁCTER

            La instrucción es el conjunto de conocimientos que nuestros hijos adquieren a lo largo de todo el proceso educativo (lenguas, matemáticas, historia, tecnología, física, conocimiento del medio, etc.). La escuela es la institución formalmente encargada de la instrucción, aunque no sólo de ella.

Por “formación del carácter” entendemos la adquisición por parte del niño de hábitos intelectuales, afectivos y morales imprescindibles para vivir bien, creadora y noblemente. Sin estos grandes recursos, la instrucción va a resultar difícil e inútil.

Un ejemplo. El esfuerzo - una actitud imprescindible para aprender y para utilizar lo aprendido- es uno de esos hábitos que configuran el carácter. Hay, por ello, que educarlo. ¿Quién debe hacerlo? Los padres en colaboración con la escuela. ¿Cómo? Esa es una de las buenas prácticas que intentaremos explicar aquí.

Las TIC son poderosos instrumentos que pueden ayudarnos a alcanzar los dos objetivos de la educación: la instrucción y el carácter. Para no perdernos en disquisiciones teóricas, El autor propone un ejercicio práctico. La tecnología 2.0 tiene como propiedad esencial la interactividad y la conexión en red. Estas cualidades pueden utilizarse de dos maneras:

            1.-  Para establecer relaciones entre personas que tienen un objetivo común (por ejemplo, crear una comunidad de aprendizaje).

            2.- Para colaborar en un objetivo común (por ejemplo, la Wikipedia)

                        Hay un grupo de personas que participan en WIKISABER utilizan la tecnología de ambas maneras. En primer lugar, forman una “comunidad de aprendizaje”, en la que  todos aprenden mediante un ejercicio de “inteligencia compartida”, de comunicación e información mutua, de intercambio de experiencias, En segundo lugar, elaborando una “eduwiki”, una enciclopedia de “didáctica vivida”, que podrán ofrecer a los demás como nuestra obra colectiva, escrita, revisada, retocada, perfeccionada por todos.

                     Proponen las líneas de investigación, e intentan resumir e integrar sus propuestas, para  permitirles seguir trabajando sobre ellas.

                        La línea de investigación que propone el autor es la siguiente: ¿Cuáles serían los recursos intelectuales, afectivos, volitivos, éticos que les gustaría que sus hijos adquirieran? El asunto es importante, porque si no sabemos el objetivo que queremos alcanzar, es difícil que lo logremos. Como dice el proverbio marinero: “No hay buen viento para quien no sabe donde va”.                        En la UP han  seleccionado seis “macrorrecursos”, y animan a concretar, a criticar o a completar:
  1. Una imagen del mundo veraz, amplia, rica, abierta, que les ofrezca muchas posibilidades vitales.
  2. Una inteligencia capaz de enfrentarse de forma creadora con los problemas.
  3. Un tono vital alegre, animoso, seguro de sí mismo, resistente al esfuerzo y optimista.
  4. Una voluntad libre, responsable y moralmente recta.
  5. La capacidad de comunicarse con los demás, de expresarse bien y de comprender bien.
  6. Talento para la convivencia, es decir, para establecer vínculos sociales cálidos, estimulantes y justos.
Faro invitado: José Antonio Marina, Wikisaber.es

miércoles, 13 de julio de 2011

Verdades y mitos sobre los trastornos del sueño


Buscamos el éxito y la satisfacción personal y generalmente los objetivos que nos imponemos no contemplan la salud, como todo sólo nos acordamos de las cosas cuando nos hacen  falta. Es como la respiración nunca nos hemos puesto a pensar que nos faltará el oxigeno.

Entonces para conseguir nuestros sueños sacrificamos la salud, especialmente el sueño, generando a largo plazo trastornos que nos pueden perjudicar.

En la ciencia del dormir, como en la del comer, hay muchos dichos y creencias que adoptamos en el imaginario colectivo y no siempre son fieles a la realidad. El sueño es necesario para gozar de buena salud y las necesidades individuales varían enormemente. Hay personas que se conforman con cuatro horas y otras que no pueden sobrevivir sin descansar nueve. La importancia del descanso es tal, que existen trastornos del sueño de diversa gravedad que dificultan llevar una vida normal. Por ello, el portal revolutionhealth.com explica qué hay de verdad en los siguientes mitos. A saber:

Los problemas de salud como la obesidad, diabetes, hipertensión y depresión no tienen relación con la cantidad y calidad del sueño.

Numerosos estudios científicos han mostrado la existencia de correlación entre la mala calidad del sueño o sueño insuficiente con varias dolencias. La presión sanguínea varía durante el ciclo del sueño. Si se interrumpe, puede afectar negativamente a esa variabilidad y favorecer la aparición de hipertensión y otros problemas cardiovasculares. Por otra parte, diversas investigaciones indican que dormir de forma insuficiente perjudica a la capacidad del cuerpo de generar insulina y, por tanto, fomentar la aparición de diabetes. Además, si nuestro sueño se interrumpe frecuentemente durante la noche provoca una bajada de la actividad metabólica e incrementa los niveles de la hormona cortisol que a su vez aumenta el apetito y decrece la quema de calorías.

Cuanto mayor seas, menos horas de sueño necesitas.

Los expertos en trastornos del sueño recomiendan un total de siete a nueve horas de descanso en el caso de los adultos de mediana edad. Los patrones de sueño es verdad que varían según la edad, pero no la cantidad de horas de descanso. Las personas mayores se despiertan con frecuencia en la noche y puede ser que la noche no sea el único momento en que duermen a lo largo del día, pero necesitan las mismas horas que los más jóvenes.

Roncar es un problema común y no hace daño.

Roncar puede ser signo de apnea, un trastorno asociado con otros problemas médicos. La apnea del sueño se caracteriza por episodios en el que se deja de respirar a lo largo de la noche. Las personas aquejadas con este desorden deben recordar levantarse de vez en cuando durante la noche para tomar bocanas de aire. Las pausas en la respiración reducen los niveles de oxígeno en sangre y pueden forzar el corazón y el sistema cardiovascular. Pero no hay que asustarse porque tiene tratamiento. Las personas que roncan fuerte deben consultar al médico, principalmente si notan que durante el día se encuentran muy cansados.

Puedes engañar al cuerpo sobre las horas que necesitas para dormir.

Como hemos apuntado más arriba, los expertos aseguran que la mayoría de los adultos necesitan entre siete y nueve horas de sueño cada noche para tener un buen rendimiento durante el día y estar sano. No hay trampas que valgan.

Los adolescentes que se quedan dormidos en clase tiene malos hábitos y/o son unos vagos.

Los más jóvenes necesitan dormir un poco más que la media de los adultos: entre 8,5 y 9,25 horas cada noche. El ritmo biológico de los adolescentes puede mantenerlos despiertos más tiempo por la noche y esto interfiere en que se levanten tarde por la mañana.

El insomnio se caracteriza sólo por la dificultad de quedarse dormido.

Existen cuatro síntomas asociados con el insomnio: la dificultad de quedarse dormido, levantarse demasiado temprano y ser incapaz de volver a dormirse, la frecuente interrupción del sueño durante la noche y despertarse sin haber descansado.

El insombio puede ser un síntoma de otros desórdenes del sueño o problemas físicos, psicológicos o psiquiátricos. A menudo, puede ser tratado. Los síntomas deberías ser evaluados por un profesional si suceden varias veces a la semana y empieza a afectar a la vida diaria.

La costumbre de echarse una siesta indica que no se descansa bien por la noche.

Dormir en exceso durante el día puede estar relacionado con personas que no descansan bien por la noche, pero también puede ser un síntoma de un trastorno del sueño como la narcolepsia o la apnea. Si las siestas son exageradas debe consultar al médico.

Durante el sueño, el cerebro descansa.

El cuerpo descansa durante el sueño. A pesar de ello, el cerebro continúa activo, ‘recarga’ las pilas y controla que todas las funciones del cuerpo marchan con normalidad, incluida la respiración. Cuando dormimos pasamos por dos estados básicos, la fase REM (Rapid Eye Movement, Movimiento Rápido del Ojo) y la no REM. La no REM es cuatro veces más frecuente que la REM.

Si te despiertas en mitad de la noche, es mejor ‘autoengañarse’ en la cama dando vueltas intentando volver a dormir.

Despertarse en mitad de la noche y no ser capaz de recuperar el sueño es un síntoma de insomnio. Es mejor relajar la imaginación y los pensamientos para autoinducirnos al sueño. Si no funciona, la mayoría de los expertos están de acuerdo en que si no vuelves a dormirte en los siguientes 15 o 20 minutos, debes levantarte e ir a otra habitación y realizar una actividad que te relaje como escuchar música o leer hasta que te sientas de nuevo cansado. Eso sí, prohibido mirar el reloj...

Faro invitado: El Confidencial / Curarse en salud
Navegante: Ana Victoria Suárez 

lunes, 11 de julio de 2011

El impacto de lo altamente improbable, Los errores del razonamiento humano

Descubrir los errores en los procesos de razonamiento cuando los humanos nos enfrentamos frente a la complejidad, la incertidumbre y la aleatoriedad.


Casualidad vs Causalidad


La primera se define como la combinación de circunstancias que no se pueden prever ni evitar. y la segunda Causa, origen, principio.  Ley en virtud de la cual se producen efectos.


Llamamos un CISNE NEGRO (así ,en mayúsculas) a un suceso con los tres atributos que siguen: 



1.- Es una rareza, pues habita fuera del reino de las expectativas normales, porque nada del pasado puede apuntar de forma convincente a su posibilidad.
2.- Produce un impacto tremendo.
3.- Pese a su condición de rareza, la naturaleza humana hace que inventemos explicaciones de su existencia después del hecho, con lo que se hace explicable y predecible.
en el  blog de José Monzó Marco Pensamiento Sistémico expone los errores del razonamiento humano...  "


Editado por la Editorial Paidós Ibérica es la segunda obra traducida al castellano del profesor libanés-americano, ensayista de éxito y ex-operador bursátil Nassim Nicholas Taleb que se define a sí mismo como “empirista escéptico” es uno de esos pocos libros que una vez leídos te sientes en la obligación moral de recomendarlos vivamente amén de sugerir una profunda reflexión sobre muchos de los supuestos filosófico-matemáticos aplicados a la economía, a la concepción del riesgo y a la gestión de la incertidumbre. Si en los 80's “La Meta” de Eliyahu M. Goldratt removió nuestras viejas y anticuadas concepciones sobre la gestión y en los 90's “La Quinta Disciplina” de Peter M. Senge nos hizo reflexionar sobre la necesidad de adoptar el pensamiento sistémico para afrontar los desafíos crecientes de un mundo complejo, en la presente década la obra de Nassim N. Taleb vendrá a significar en mi opinión lo que Goldratt y Senge representaron en el mismo ámbito en el que plantea sus reflexiones el profesor Taleb: descubrir los errores en los procesos de razonamiento cuando los humanos nos enfrentamos frente a la complejidad, la incertidumbre y la aleatoriedad.


Son varios los ejemplos y conceptos que nos muestra el profesor Taleb en esta obra, en la que profundiza lo avanzado en la anterior “¿Existe la suerte?: engañados por el azar” siendo su punto de arranque el problema de la inducción ejemplificado gráficamente en el caso del “pavo de Russell” (en honor a Bertrand Russell que fue quien expuso por primera vez el ejemplo, retomando el problema de la inducción que inició David Hume, si bien el maestro Russell utilizó la misma metáfora pero con un pollo) que comprobó que todas las mañanas le daban de comer y tras varios meses de observaciones iba a concluir una ley universal (“estos humanos tan amables me debe querer mucho, todos los días me dan de comer”), cuando con la llegada del día de Acción de Gracias al pavo le ocurrió algo inesperado (para el pavo, no para los amables humanos). Pues bien, nuestra manera de pensar no es muy diferente de la del “pavo de Russell”. Gran parte de la matemática estadística, el cálculo de riesgos y las distribuciones de probabilidad están atravesadas por esta manera de pensar: a mayor frecuencia de ocurrencia de un hecho menor sensibilidad frente a lo inesperado. De ahí la metáfora del cisne negro que Taleb toma de David Hume (empirismo) y de Karl Popper (falsacionismo): si nos pasamos toda la vida en el hemisferio norte pensaremos que todos los cisnes son blancos, sin embargo en Australia existen cisnes negros (cygnus atratus) [1]. Y es que un cisne negro nos parece algo imposible debido a nuestra reducida experiencia: un suceso altamente improbable [2].

¿Qué es entonces un “cisne negro” según Taleb?. El profesor Taleb lo define como un hecho fortuito que satisface estas tres propiedades: gran repercusión, probabilidades imposibles de calcular y efecto sorpresa. En primer lugar, su incidencia produce un efecto desproporcionadamente grande. En segundo lugar, tiene una pequeña probabilidad pero imposible de calcular en base a la información disponible antes de ser percibido el hecho. En tercer lugar, una propiedad nociva del “cisne negro” es su efecto sorpresa: en un momento dado de la observación no hay ningún elemento convincente que indique que el evento vaya a ser más probable. Desde luego, estas propiedades no son ajenas a las crisis financieras que vivió el autor cuando se ganaba la vida como operador bursátil.

A partir de este punto el profesor Taleb nos hace un recorrido por todos y cada uno de los diferentes errores del razonamiento humano cuando se encuentra frente a los “cisnes negros” o sucesos improbables. No los voy a exponer todos pero sí algunos de los que considero más importantes, como por ejemplo la distorsión retrospectiva, algo para lo que los economistas e historiadores padecen bien dotados cuando explican las causas de una crisis económica o una guerra mundial, pero son incapaces de anticiparla: los humanos somos muy buenos a la hora de predecir los sucesos de modo retroactivo. Para Taleb, esta distorsión consiste en un sesgo que nos empuja a sobreestimar el valor de las explicaciones racionales de los datos a la vez que subestimamos la importancia de la aleatoriedad inexplicable en los datos. Para el profesor Taleb existe una base genética y filosófica para entender lo mal preparados que estamos los humanos cuando nos enfrentamos a la incertidumbre y la aleatoriedad. Según Taleb, la evolución no favoreció un tipo de pensamiento complejo y probabilístico, antes al contrario somos muy rápidos en adoptar decisiones instantáneas apoyados en una mínima cantidad de datos o en teorías superficiales y carentes de solidez, tal vez (sugiere un divertido Taleb), porque quienes divisaban un león y echaban a correr por presuponer que todos los animales salvajes siempre comen seres humanos tenían más probabilidades de sobrevivir que quienes preferían poner a prueba tal hipótesis de manera experimental. Claro que hay leones de talante amistoso (como hay cisnes negros), pero es preferible ser prudente y cauteloso de antemano que sufrir más tarde las consecuencias (problema de la inducción). Además, para Taleb existe un problema filosófico fundamental: la platonicidad o “falacia platónica”. Somos hijos de la escuela platónica que nos animó a preferir la teoría estructurada, ordinaria y comprensible a la desordenada y compleja realidad; por otra parte, nos inclina asimismo a seleccionar únicamente los hechos que encajan en nuestras teorías (falacia de las pruebas silenciosas) o cuando los hechos han tenido lugar, nos creamos historias post-hoc para que el hecho parezca tener una causa (falacia narrativa).

En mi opinión uno de los argumentos más interesantes del profesor Taleb es el que hace referencia al problema de la circularidad de la estadística y el daño colateral que provoca la distribución normal o de Gauss (por el nombre del matemático alemán Carl Friedrich Gauss): necesitamos datos para descubrir la distribución de probabilidad. ¿Cómo sabemos si contamos con los suficientes?. Por la distribución de probabilidad. Si es gaussiana, bastarán unos pocos. ¿Cómo se sabe que es gaussiana?. Por los datos. Por eso necesitamos que los datos nos digan qué distribución de la probabilidad debemos asumir, y que una distribución de la probabilidad nos diga cuántos datos necesitamos. Esta circularidad causa graves problemas en la regresión, más acuciantes cuando se aplica sin discriminación la distribución gaussiana a todo lo que se mueve. En este punto es cuando el profesor Taleb nos anima con ejemplos donde es apropiado aplicar la distribución normal y donde no: Mediocristán y Extremistán. Imaginemos que tenemos en un estadio de futbol 1.000 personas elegidas al azar reunidas dentro. Si añadimos a ellas la persona más alta del mundo ¿cambiará mucho la media de altura de las 1.001 personas reunidas?. No, no variará apenas. Bienvenidos a Mediocristán, cuyas matemáticas son el álgebra de la estadística clásica y la teoría de la probabilidad. En ese mundo las distribuciones son normales, con curvas en forma de la famosa campana de Gauss. Las variaciones individuales no varían mucho el promedio. Ahora cojamos esas mismas 1.000 personas y hagamos que entre en el estadio Bill Gates, supuestamente el hombre más rico del mundo. ¿Cambiará mucho la media de riqueza de los allí reunidos? Sí, cambiará de una forma brutal al entrar Bill con sus más de 50.000 millones de dólares de patrimonio. Bienvenidos a Extremistán, cuyas matemáticas son mucho menos ortodoxas como, por ejemplo, la geometría fractal descubierta por el matemático estadounidense de origen polaco-lituano Benoît Mandelbrot. Las distribuciones siguen una ley de potencia como la de Zipf o la de Pareto o, más recientemente, la “Long Tail” de Chris Anderson a la que hemos dedicado una entrada en el blog. Por supuesto no hace falta decir que los cisnes negros son propios de Extremistán.

En su experiencia como operador de bolsa Taleb considera que los mercados financieros minusvaloran la probabilidad de los cisnes negros pues los métodos generalmente aplicados por los operadores financieros son los propios de Mediocristán. Es ahí donde Taleb apunta que se pueden obtener ganancias apostando a que tales sucesos extraños tan impactantes de hecho sucederán con mucha mayor frecuencia. No entiendo mucho de derivados financieros pero puedo alcanzar a comprender que si la mayoría de operadores trabajan con los mismos métodos y comparten las mismas concepciones de como operan los mercados (según el paradigma de Mediocristán), es lógico pensar que si alguien se atreve utilizar otros métodos y concepciones muy distintas (según el paradigma de Extremistán) es posible que se puedan obtener ganancias importantes (rendimientos escalables) como los que apunta Taleb mediante la compra de opciones “deep out-of-the-money”, que son muy baratas, que ocasionan pocas pérdidas pero muchas veces, aunque pueden proporcionar un retorno espectacular si los mercados se vuelven locos (cosa que al parecer está ocurriendo mucho más a menudo de lo que cabría esperar según el paradigma de Mediocristán).

Un apartado importante en esta obra es la fundamentada crítica hacia los modelos de gestión de riesgos que se usan actualmente, y que han hecho ganar a algunos académicos su Nobel de Economía (Taleb cita expresamente a Robert C. Merton y Myron S. Scholes, promotores del fiasco del LCTM) que excluyen precisamente los eventos raros que aparecen de vez en cuando en Extremistán y cuyos efectos económicos pueden ser muy importantes. Estos académicos y muchos analistas cuantitativos tranquilizan a los ejecutivos de las empresas, los reguladores y los inversores con una ilusoria sensación de seguridad que no tiene para nada en cuenta la aparición ocasional de cisnes negros que pueden dejar arruinados a más de uno. Para Taleb esta “falacia de la regresión estadística” que consiste en creer que la probabilidad de futuros eventos es predecible examinando acontecimientos de eventos pasados está muy arraigada entre los actores económicos, que tampoco entienden que la aleatoriedad estructurada que encontramos en los juegos de azar (teoría de probabilidades clásica) no se parece a la aleatoriedad que encontramos en la vida real (“falacia lúdica”).

Para Taleb, siguiendo la obra de los psicólogos israelíes fundadores de la Teoría de la Prospección (antecedente de la llamada Neuroeconomía), Amos Tversky y el premio Nobel de Economía, Daniel Kahneman, los seres humanos somos mucho mejores haciendo cosas que comprendiendo nuestro entorno. Pero no lo sabemos [3]. Vivimos con la ilusión del orden, creyendo que la planificación y la previsión son posibles. Nos perturba tanto lo aleatorio que creemos disciplinas que intentan dar sentido al pasado, pero en última instancia, no conseguimos entenderlo, al igual que solemos fallar prediciendo el futuro. Por razones prácticas, resulta que los seres humanos preferimos funcionar con previsiones y predicciones, aunque casi siempre se revelan equivocadas. Para Taleb, los humanos creemos que la innovación se puede planificar, sin embargo las innovaciones importantes suelen ser descubiertas por accidente (serendipidad), pero no se reconoce así cuando escribimos la historia. Las tecnologías que dominan el mundo actual (como Internet, el ordenador personal y el láser) no se utilizan en la forma prevista por los que las inventaron y una parte considerable de los descubrimientos médicos no están planificados en los proyectos de investigación oficiales sino que surgen por puro azar.

Lejos de ofrecer recetas matemáticas para calcular la probabilidad de los sucesos raros (cisnes negros) para protegernos frente a la incertidumbre, lo que nos aporta el profesor Taleb es una buena dosis de sentido común: nunca llegaremos a conocer lo desconocido ya que, por definición, es desconocido. Sin embargo, siempre podemos imaginar cómo podría afectarnos. Es decir, las probabilidades de los cisnes negros no son computables, pero sí podemos tener una idea muy clara de sus consecuencias. Esta es una idea-fuerza para la gestión de la incertidumbre: para tomar una decisión tenemos que centrarnos en las consecuencias (que podemos conocer) más que en la probabilidad. Estar preparado ante la aparición de los cisnes negros es más importante que dedicarle tiempo y esfuerzo a calcular la probabilidad de su ocurrencia. Resumiendo: para que no nos ocurra lo que al “pavo de Russell” hay que estar preparado para lo inesperado (que a diferencia de los pavos, sí podemos imaginar) pero sin preocuparnos de cuándo ocurrirá.

Por último pero no menos importante, Taleb nos recuerda las aportaciones del economista estadounidense y Premio Nobel de Economía, Robert Lucas (expectativas racionales) y en particular su famosa crítica (crítica de Lucas) a los modelos econométricos al uso en política económica. En síntesis, la crítica de Lucas viene a decir que si la gente es racional, entonces su racionalidad les haría descubrir patrones predecibles del pasado y adaptarse, de forma que la información pasada sería totalmente inútil para predecir el futuro. Es decir, al intentar modelizar sistemas económicos basados en búsqueda de patrones en series temporales, hay que tener presente que la racionalidad y capacidad de decisión de las personas que antes han tenido acceso a la información puede alterar la serie temporal posterior, haciendo desaparecer el patrón de comportamiento. En resumen, una vez detectado un patrón de comportamiento (en mercados, sistemas sociales, hábitos de consumo, etc.), la propia racionalidad y decisión colectiva de las personas cancela el patrón (generalmente anticipándose al patrón).

En mi opinión, las ideas del profesor Taleb deben ser muy tenidas en cuenta por los que nos dedicamos al oficio de comprender, modelizar e implementar sistemas humanos complejos, para incorporar a los modelos las aportaciones de pensadores como Lorenz (teoría del caos), Mandelbrot (fractales), Kahneman (teoría de la prospección), Lucas (crítica de Lucas), etc. y evitar en lo posible los sesgos propios de la matemática de Mediocristán en el diseño de modelos, y, por supuesto, todos aquellos que nos hemos atrevido a desarrollar modelos matemáticos de previsión (forecasting) para que en mayor o menor medida evitemos la presunción de fiabilidad, pues nadie conoce el futuro.

Desde un punto de vista sistémico y, aunque el autor no menciona expresamente, en las dos obras que he podido leer he percibido una cierta familiaridad con la Cibernética de segundo orden de Heinz von Foerster, pues en repetidas ocasiones Taleb utiliza la observación de segundo orden a modo de método para ejemplificar ciertos patrones de conducta de determinados personajes (operadores de bolsa como el propio Taleb) ante situaciones donde la aleatoriedad y la incertidumbre ponen a prueba estrategias y concepciones periclitadas para un mundo imprevisible. Tal vez en este punto Taleb no se atreve a ir más allá, incluyendo la idea de circularidad y autorreferencia y es donde encuentro una mayor carencia en su obra, que a modo de crítica concluyo, es decir: Taleb no incorpora a su discurso la idea de que la aleatoridad e incertidumbre de los mercados financieros pudieran no ser ajenos a la propia conducta de los actores que luego sufren las consecuencias. El éxito de su obra es haber conseguido un certero análisis de los errores en los que incurrimos los humanos cuando nos enfrentamos a situaciones aleatorias e imprevisibles, más echo en falta una reflexión de cómo los humanos generamos esas mismas situaciones aleatorias, y en concreto en el campo de las crisis financieras.

La frase: “Mi principal afición es provocar a aquella gente que se toma demasiado en serio a sí misma y la calidad de sus conocimientos y a aquellos que no tienen las agallas para decir a veces no lo sé”.

Como pueden observar, genio y figura. Autor y obra altamente recomendables.


[1] “De la observación de un sinnúmero de cisnes blancos no se podrá inferir que todos los cisnes son blancos, sin embargo, ver un solo cisne negro será suficiente para refutar semejante conclusión.” David Hume (1711-1776), filósofo inglés.

[2] A principios del siglo XVIII, los colonos ingleses que volvieron de Australia trajeron consigo, en las panzas de sus barcos, un cargamento de cisnes negros. Los cisnes negros son originales de la isla austral y hasta ese momento, se pensaba que todos los cisnes eran blancos, porque eran blancos todos los que se conocían. La intrahistoria de esta historia es que este hecho supuso una conmoción en la sociedad inglesa. Aunque nos pueda parecer algo ingenuo a los habitantes del siglo XXI, lo cierto es que la aparición de una especie de cisnes de un color distinto al que estaban acostumbrados a ver, supuso para los habitantes de la época una fuente de debate y de polémica.

[3] Los neurológos saben que nuestro cerebro está programado para tener el control de todo lo que sucede. Sin embargo, lo cierto es que nuestro cerebro está literalmente a oscuras, escondido bajo la cavidad craneal, y el único contacto que tiene del exterior es a través de órganos imperfectos, bien sea la vista, el tacto, el sentido olfativo o el gusto. Y puesto que nuestro cerebro está programado para controlarlo todo y debido a lo imperfecto de las percepciones que llegan a él, elucubra lo que puede, creando modelos abstractos de la realidad, que a veces no tienen porqué coincidir con la realidad misma. En pocas palabras, la explicación podría ser que no estamos preparados fisiológicamente para los hechos imprevisibles. Y sin embargo, los hechos imprevisibles existen...

Faros Invitados: El Cisne negro, Nassim Taleb ; Pensamiento SistémicoEl cisne negro: el impacto de lo altamente improbable”

martes, 5 de julio de 2011

Talento (Aptitud)


El talento es la capacidad para desempeñar o ejercer una actividad. Se puede considerar como un potencial. Lo es en el sentido de que una persona dispone de una serie de características o aptitudes que pueden llegar a desarrollarse en función de diversas variables que se pueda encontrar en su desempeño.

El talento es una manifestación de la inteligencia emocional y es una aptitud o conjunto de aptitudes o destrezas sobresalientes respecto de un grupo para realizar una tarea determinada en forma exitosa. El talento puede ser heredado o adquirido mediante el aprendizaje. Por ejemplo, una persona que tenga el talento de ser buen dibujante muy probablemente legará esta aptitud a sus hijos o a alguno de sus descendientes. Asimismo una persona que no es y desee ser dibujante deberá internalizar mediante el aprendizaje continuo y esforzado la destreza e internalizarlo en su cerebro la condición que le permita desarrollar la aptitud.

José Ingenieros en su libro El Hombre Mediocre plantea una diferenciación entre genio y talento: "Llama genio al hombre que crea nuevas formas de actividad no emprendidas antes por otros o desarrolla de un modo enteramente propio y personal actividades ya conocidas; y talento al que practica formas de actividad, general o frecuentemente practicadas por otros, mejor que la mayoría de los que cultivan esas mismas aptitudes."

El talento intrínseco a diferencia del talento aprendido es que el individuo lo puede dejar de ejercer por mucho tiempo y volver a usarlo con la misma destreza que cuando dejó de usarlo; el talento aprendido requiere de ser ejercitado contínuamente para no perder la destreza.

Indudablemente los talentos innatos son los que más resaltan en la historia humana, tales como el liderazgo de Napoleón Bonaparte, Julio César o Alejandro Magno; el talento artístico de Mozart, Beethoven o Goya, entre otros.

En la etimología de esta acepción del término, destaca el hecho de que existiera una unidad monetaria del mundo antiguo, el talento, que ha adquirido fama dado que protagoniza una de las más populares parábolas del evangelio (De los Talentos) Mateo 25:14–30, Lucas 19:11–27. De la interpretacion de esta parábola deriva inteligencia, (capacidad de entender), aptitud (capacidad para el desempeño o ejercicio de una ocupación) dadas como primeras acepciones por la R.A.E. para este término en lengua española, (al igual que en otras lenguas como el inglés 1).
El talento humano es el recurso más importante para el funcionamiento de cualquier organización. Si el elemento humano está dispuesto a proporcionar su esfuerzo, la organización marchará, de lo contrario se detendrá.

El ser humano es social por naturaleza. Es inherente su tendencia a organizarse y cooperar en relaciones interdependientes. Su capacidad humana lo ha llevado a crear organizacionessociales para el logro de sus propósitos, siendo el desarrollo de estas organizaciones y la administraciónefectiva uno de los logros más grandes que haya podido alcanzar.

El vertiginoso cambio en el entorno de las empresasimplica que, más que vivir una época de cambios, vivimos un cambio de época. Las nuevas tenencias en el mundo de la economía y del trabajoy la presencia dentro de las organizaciones de una tecnologíacada vez más cambiante, suponen un reto progresivamente creciente para las empresas, que sólo las mejor preparadas podrán superar para asegurar su supervivencia. Repetidamente se ha comprobado, -en ocasiones a través de experiencias dolorosas-, que estar "mejor preparado" significa simple y llanamente, contar con un contingente humano integrado, sólidamente formado, motivado, comprometido, actuando coordinadamente y que aplique todo su potencial al logro de los objetivos corporativos.

Es por ello, que la administración del recurso humano tiene como una de sus tareas proporcionar las capacidades humanas requeridas por una organización y desarrollar habilidades y aptitudes del individuo para ser lo más satisfactorio así mismo y a la colectividad en que se desenvuelve. Las organizaciones dependen, para su funcionamiento y su evolución, primordialmente del elemento humano con que cuenta.

Gestionar o dirigir el recurso humano no es tarea nada fácil. Los ejecutivos, colaboradores u operarios presentan características culturales muy típicas de nuestro entorno social y político que hacen de su dirección algo difícil y complicado. Su vida familiar, la presencia de violencia, sus conductas agresivas, el alcoholismo y otras drogas, la falta de compromiso, pertenencia y motivación y por consiguiente su irresponsabilidad en el trabajo que se manifiesta de múltiples maneras.

Es la gestión del talento humano la que debe incrementar a través del recurso humano el descubrimiento de habilidades como actitudes en beneficio de la organización. Si un elemento de la organización no tiene las habilidades necesarias para un determinado puesto, pero se le considera potencialmente un buen prospecto por otras características personales, es necesario descubrir otras habilidades, las cuales puedan ser requeridas en otra parte de la organización o en otra ocupación dentro de la misma.

El líder, cualquiera que sea, deberá propiciar un ambiente para conseguir, hacer y mantener personas integrales, humanas y competentes, logrando el desarrollo a nivel individual y social a escala física, afectiva y sicológica para obtener el mayor desempeño, resultado y valor agregado de cada persona.

Toda empresa para competir hoy necesita imaginación y nuevas ideas. Las compañías están hambrientas de talento y necesitan personas que analicen nuevas maneras de hacer negocio. Para ello, es necesario que la dirección facilite la puesta en marcha de estas ideas. Muchas organizaciones están aún ancladas en el pasado, y más interesadas en su historial y su "buena fama" que en el futuro.

Los empleados de las compañías necesitan hoy muchas más aptitudes y talentos que antes, y para competir tienen que contar con plantillas con las mayores aptitudes posibles. A mayor nivel y calidad de servicio, mayor nivel de competencia de los empleados.

Para competir, las empresas necesitan renovar constantemente las aptitudes tanto de los empleados como de la dirección, a través de programasde formación. "Antes, los grandes directivos eran intocables. Daban las órdenes y no recibían consejo de nadie". Esto ha cambiado y, para no quedarse atrás, los líderes de las empresas tienen que aprender y ponerse al día. Una vez más, la dirección debe dar la libertad a sus empleados para desarrollar sus aptitudes y talentos, y no someterlos a normas que pongan en peligro la relación con sus clientes.

La capacidad intelectual es la clave, y en la nueva economía global de la información, ésta será la que lleve al poderfinanciero a las empresas. "En el sistema empresarial antiguo, la gente era considerada según su posición, títulos universitarios o por las relaciones familiares, el talento no importaba. Hoy, esto es sustituido por la destreza y capacidad de acción de los empleados".

"Si no existe un capital humano capaz de innovar y aprender, las empresas fracasarán".

Faro invitado: Wikipedia

El talento se educa y se desarrolla

Según José Antonio Marina filósofo y pedagogo, El talento es la inteligencia triunfante.

Hay múltiples talentos... Sí, pero hay un tipo de inteligencia situada en un nivel superior: la  inteligencia práctica, la guía de nuestra vida.

La inteligencia triunfante consiste en que una persona tenga ideas  adecuadas al momento, soluciones a los problemas, una manera adecuada de comunicarse con los demás, que sepa utilizar sabiamente sus recursos, y que tenga buenos sentimientos.

No se trata de que aprendamos muchas cosas, sino de que con lo que hamos aprendido se nos ocurran buenas cosas; no se trata de acumular ideas, sino de que seamos capaces de organizar nuestra capacidad de producción de ocurrencias de modo que sean buenas.

... Lo olvidamos demasiado a menudo.

Deberíamos invertir menos tiempo en clasificar y etiquetar a las personas y ayudarles más a identificar y cultivar sus habilidades y sus dones naturales, porque el talento se desarrolla y se educa. ¿Cómo?

Hay seis recursos fundamentales que deben fomentarse a través de todo el proceso de desarrollo y  educativo.

1.- Una idea del mundo veraz, rica, amplia y llena de posibilidades.

2.- Un pensamiento fluido, riguroso, creativo, capaz de resolver problemas.

3.- Un tono vital activo, seguro de sí mismo, optimista y resistente.

4.- El aprendizaje de la libertad: entender la responsabilidad personal, construir la voluntad, formar la conciencia moral y entender las virtudes de la acción.

5.- El  lenguaje es fundamental, no sólo para comunicarse con los demás, sino sobre todo para hablar con uno mismo. Las personas impulsivas no tienen una mediación lingüística entre el deseo y el acto, han de aprender a darse ordenes a sí mismos, porque si ese mecanismo no se forma, las personas no tienen control interno de sus actos.

6.- La sociabilidad. La educación y el desarrollo del talento pasa por la educación intelectual, la educación afectiva y por desarrollar los sistemas de dirección de la propia conducta y tener criterios claros de lo bueno y lo malo.

Adaptado del articulo de la vanguardia "El talento es el conocimiento al servicio de una vida lograda" por

viernes, 1 de julio de 2011

El Séptimo mandamiento del Líder: No etiquetarás


¿Cómo librarse de las etiquetas?

Por Ferán Ramón Cortés

Incluso sin saberlo, todos llevamos colgada una. Es muy fácil que nos la pongan, y muy difícil quitársela de encima. ¿Podemos cambiar la percepción que tiene la gente de nosotros?
En la Universidad sacaba muy buenas notas. Fui durante un tiempo “el cerebrín”. Durante los primeros años de mi carrera profesional trabajaba sin límite de horas. Dejaba la piel en el trabajo, y lo hacía como si me fuese la vida. Me gané la etiqueta de “el estresado”. Cuando accedí al comité de dirección, alguien cayó en la cuenta de que el director general era mi hermano. Fui durante años “el hermanísimo”. Decidí dedicarme a la formación, y me formé en programación neuro-lingüística, Gestalt, y otras disciplinas del comportamiento humano. Pasé a ser “el iluminado”…

Estas son algunas de las etiquetas que recuerdo cuando repaso mi vida. Sin duda hay muchas más. Y sin duda no soy el único que las ha tenido y las tiene. Todos tenemos nuestras etiquetas. Algunas son justas; otras, tremendamente injustas. Unas nos las hemos ganado, y otras nos las han colgado sin que pudiéramos evitarlo. Pero en cualquier caso ahí están. Nos acompañan en cada periodo de nuestras vidas y condicionan la percepción que tienen los demás de nosotros. Porque constituyen –en muchos casos, y muy a nuestro pesar– nuestra tarjeta de presentación.

Las merecidas y las inmerecidas. Las etiquetas son una forma fácil (aunque tremendamente superficial y a menudo poco objetiva) de clasificarnos. Cuando preguntamos sobre alguien, lo primero que recibiremos como respuesta será su etiqueta, especialmente si quien habla de ese alguien lo conoce poco. Nos guiamos por ellas y juzgamos según ellas. En un mundo veloz y superficial, lo que conocemos de los demás a menudo se limita a sus etiquetas.
Las etiquetas no tienen por qué ser reflejo de una pauta de comportamiento habitual, ni de nuestra forma de ser o nuestro carácter. A menudo nos las cuelgan por episodios anecdóticos (un día pierdo los papeles en público y paso a ser el histérico) o por comportamientos intrascendentes que por algún motivo generan curiosidad (es el maniático que siempre encuentra las faltas de ortografía en las presentaciones).
Pero también nos las podemos ganar por comportamientos habituales de los que no somos muy conscientes (soy un obsesivo del orden porque no puedo salir sin poner todos los papeles en su sitio).
Lo que es cierto es que, sea cual sea el motivo por el que nos la han colgado, casi siempre somos los últimos en enterarnos de que llevamos una etiqueta. Y que en muchos casos un solo acto desafortunado es el responsable de que nos la hayan colgado. Se cumple en este sentido el refrán que reza: “Por un perro que maté, mataperros me llamaron”.

Etiquetas instantáneas. Las etiquetas son mucho más fruto de las primeras impresiones que del conocimiento real de una persona. A menudo, solo con un primer contacto visual, y antes de que digamos nada, ya nos han colgado una etiqueta.
Es importante constatar que en estos casos la apariencia física, nuestra expresión y en general el lenguaje no verbal van a tener un papel determinante en la configuración de nuestra etiqueta. Podemos ser un pedante insoportable o un encanto de persona solo por la manera en que nos vean aparecer. Y como las etiquetas ejercen un gran papel en la configuración de la opinión que los que no nos conozcan tendrán de nosotros, vale la pena cuidar –o como mínimo ser conscientes– de esta primera impresión.

¿Qué hay detrás de las etiquetas? Las etiquetas no siempre son ingenuas o bien intencionadas. No son solo fruto de la percepción espontánea de nuestro interlocutor en un momento dado. Muchas veces reflejan los miedos de aquellos que nos las cuelgan (eres mi nuevo jefe, no te conozco, pero tengo miedo y de entrada te cuelgo la etiqueta de que eres un ogro) o esconden estrategias de destrucción cuando nos perciben como un potencial enemigo (eres nuevo en mi departamento, amenazas mi posición y de entrada te cuelgo la etiqueta de trepa).
Lo que es seguro es que las etiquetas son socialmente muy golosas. En todos los grupos hay el que cuelga las etiquetas a todos, en un proceso creativo que lo hace especialmente popular entre los demás. Es un juego que divierte y cohesiona al grupo, pero que tiene nefastas consecuencias para algunos.
En cualquier caso, las etiquetas que tengamos no nos deberían pasar inadvertidas, porque muchas veces nos advierten de comportamientos que sin que seamos conscientes están proyectando una determinada imagen de nosotros a la gente.
Generalmente nos cuelgan las etiquetas sin que lo advirtamos, pero también podemos ser proactivos e ir a buscarla: podemos tener determinados comportamientos para “ganarnos una etiqueta” y vivir de las rentas el resto de nuestros días (puedo dedicarme a llegar el primero al trabajo durante una semana, ganarme la etiqueta del que abre la oficina cada día… y vivir de ella el resto del año).

¿Cómo quitárselas de encima? Es muy difícil quitarse de encima una etiqueta, porque cada gesto que la reafirme será especialmente visible, mientras que los gestos que la contradigan pasarán a menudo inadvertidos. La gente de nuestro alrededor está condicionada a percibir lo que diga la etiqueta.
Si queremos deshacernos de una etiqueta, el primer paso será necesariamente cambiar nosotros de comportamiento. No podemos esperar que los demás cambien su percepción si no cambiamos nosotros primero nuestro comportamiento. Para quitarnos de encima una etiqueta falsa necesitaremos tiempo y paciencia.
Tiempo, para que los hechos pongan las cosas en su lugar, y paciencia, para aguantar todos los comentarios que conlleva la etiqueta que ya tenemos asignada. Lo único que podemos hacer al respecto es hacer especialmente visibles todos aquellos comportamientos que desmienten la etiqueta. Y ayudarnos de nuestra gente de confianza para que influyan en la percepción de la gente.
Si la etiqueta es cierta y no nos gusta, no podemos hacer otra cosa que asumirla con deportividad. Actuar reactivamente o coléricamente perpetuará la leyenda.

Cuando nosotros las ‘colgamos’. Leí hace muy poco una frase que decía: “Si tú me conociste ayer, haz el favor de no pensar que hoy estás tratando con la misma persona. Acércate a mí con cierto sentido de curiosidad”.
Colgar etiquetas a los demás es renunciar a nuestra capacidad de percepción. A base de etiquetas perpetuamos una impresión estática de los otros que no nos permite ver su evolución o su crecimiento.
Colgar etiquetas nos dará a la larga una falsa y superficial percepción de los demás. Al mismo tiempo, juzgar a los demás por la etiqueta que llevan nos conduce a renunciar a conocerlos de verdad. En este sentido, cuando entramos en contacto con grupos nuevos, hemos de evitar dejarnos guiar por lo que nos digan de la gente. Por las etiquetas que ya lleven. Hagamos el esfuerzo de descubrirlos uno por uno desde nuestra capacidad de percepción, limpia de prejuicios.
Y con la gente que conocemos bien deberíamos hacer el esfuerzo de mirarlos con ojos nuevos cada día. Al fin y al cabo, cuando salimos de casa cada mañana, nunca volvemos siendo la misma persona: las vivencias que hemos tenido durante el día nos han cambiado.
No renunciemos nunca a nuestra capacidad de percepción. No dejemos nunca de pensar que todos somos seres en constante cambio y crecimiento. Y que nuestra maravillosa complejidad es imposible de plasmar en una etiqueta.

Faro Invitado: el País / Psicología