domingo, 30 de agosto de 2015

El síndrome del logro


El líder en potencia se caracteriza por lo que se ha dado en llamar el síndrome del logro, cuyas notas distintivas son:

- Aceptan retos razonables, ni muy fáciles ni muy difíciles. Buscan metas con una probabilidad aceptable de ser conseguidas.

- No les interesa lo que es demasiado cómodo o imposible.

- Tienen una visión original de la realidad, que a veces es discutida hasta que ellos la materializan.

- Buscan resultados a medio y largo plazo, no sólo a corto. Los resultados a corto son medios para la consecución de los objetivos a largo término.

- Tienen necesidad de indicadores que les den información sobre si están, o no, consiguiendo los resultados programados.

- Les interesa modificar el entorno en el que se mueven. No sólo los intereses personales. También buscan mejorar las condiciones de vida de los que le rodean.

Este síndrome a todas luces positivo puede convertirse, si se pierde la motivación trascendente, en síndrome de poder, que se caracteriza por que el líder sólo se preocupa por sus intereses y deja de preocuparse por el bien de los demás.

domingo, 2 de agosto de 2015

¿Qué hacen las personas más eficaces? combinan dos cualidades: el foco y la energía.




Las personas más eficaces combinan dos cualidades: foco y energía.

El foco hace que nada los distraiga de la búsqueda de su objetivo.
La energía los impulsa a realizar el esfuerzo necesario para asumir las cargas de trabajo adicionales y cumplir con los plazos.
Al colocar las dos características en una matriz foco-energía, surgen cuatro tipos de conductas gerenciales:

Dilación, propia de quienes carecen de foco y de energía;
Desmotivación (foco alto, con un bajo nivel de energía);
Ansiedad (gente energética, pero desenfocada), y
Determinación (cualidad de quienes muestran altos valores de foco y energía).

Fueron las conclusiones de un estudio que duró 10 años observando la conducta de líderes atareados de un grupo de grandes compañías, entre ellas Sony, LG Electronics y Lufthansa, y descubrieron que el 90 por ciento despilfarra su tiempo en todo tipo de actividades inútiles y que sólo el 10 por ciento lo emplea de manera sensata y confiable.

la conclusión de que los más eficaces combinan dos cualidades: foco y energía.

Foco significa atención concentrada, capacidad de orientarse hacia una meta y de no descansar hasta alcanzarla.
Las personas con buen foco no se sienten obligados a responder automáticamente a todas las cuestiones que se les cruzan en el camino, pues prefieren que nada los distraiga de la búsqueda de sus objetivos. Saben qué quieren lograr, y sopesan cuidadosamente sus opciones antes de decidir el curso de acción. Y, como se comprometen sólo con uno o dos proyectos clave, les dedican toda su atención.
a segunda característica es la energía, es decir el vigor alimentado por un intenso compromiso personal. La energía es lo que impulsa a las personas a realizar el esfuerzo necesario para enfrentar las cargas de trabajo adicionales y cumplir con los plazos.


Según los autores si bien el foco y la energía son rasgos positivos, ninguno de los dos alcanza, por sí solo, para generar el tipo de actitud resuelta que las personas necesitan.

El foco sin energía da lugar a una ejecución apática y consumida.

La energía sin foco se disipa en una ocupación sin un propósito claro o, en su forma más destructiva, en una serie de fracasos inútiles. Se descubrió que, si se colocaba las dos características en una matriz, podrían ofrecer una estructura útil para diagnosticar las causas de la actividad improductiva y encontrar las fuentes de la acción decidida y resuelta.

El gráfico titulado "Matriz foco-energía" identifica cuatro tipos de conducta: 

Desmotivación,
Dilación,
Ansiedad y
Determinación.

La conclusiones señalaban que esos comportamientos reconocen causas internas y externas.

Algunas personas nacen con altos niveles de energía, mientras que otras son, por naturaleza, más reflexivas. Pero es importante no pasar por alto el contexto personal de estas conductas. Algunas personas se desarrollan la cultura de vivir "apagando incendios"; otras engendran conductas cínicas y, consecuentemente, bajo nivel de compromiso.

Los dilatadores

Aproximadamente el 30 por ciento de las personas, carece tanto de foco como de energía. Los denominamos dilatadores. Si bien cumplen con esmero las tareas rutinarias —asistir a reuniones, escribir memos, realizar llamadas telefónicas, etcétera—, fallan a la hora de tomar la iniciativa, mejorar el nivel de desempeño o comprometerse con la estrategia. Algunos dudan, como Hamlet, hasta que la ventana de oportunidades de un proyecto se ha cerrado.

Los desmotivados

Un 20 por ciento de las personas pertenece a la categoría de los desmotivados: su foco es alto, pero tienen un bajo nivel de energía. Algunos están sencillamente agotados y carecen de recursos internos para recuperar el vigor. Otros sienten que no pueden comprometerse con tareas que les significan muy poco. Los gerentes desmotivados plantean fuertes reservas sobre el trabajo que se les solicita, y lo abordan con indiferencia.
Muchos practican una forma de negación que llamamos "evasión defensiva". En vez de reconocer la existencia de un problema y tomar medidas para subsanarlo, se autoconvencen de que el problema no existe.

Los ansiosos

El grupo más numeroso de personas —más del 40 por ciento integra la categoría de los ansiosos. Son aquellos individuos bien intencionados, con alta energía pero desenfocados, que confunden movimiento frenético con acción constructiva. Cuando están bajo presión, sienten la necesidad de hacer algo, lo que fuere. Esto los hace tan peligrosos como un elefante en un bazar.

Los que poseen determinación

Alrededor del 10 por ciento de los gerentes estudiados  eran altamente energéticos y su foco también era alto. Las personas que poseen determinación no sólo hacen un esfuerzo mayor que los demás, sino que cumplen más a menudo con las metas cruciales de largo plazo. Suelen conocerse más a sí mismos que la mayoría de la gente. El hecho de tener en claro lo que se proponen, combinado con una férrea voluntad, los ayuda a administrar bien su tiempo. 

Eligen sus objetivos —y sus batallas— con mucho mayor cuidado que los demás.

Tomar decisiones meditadas puede ser un proceso difícil e incluso doloroso.

Se puede evitar que evitemos la energía o foco, o ambas cosas. Lo cual implica prestarle más atención a la forma en que cada persona percibe el significado de su trabajo, en un sentido amplio: cuáles son los desafíos que enfrenta y con qué margen de autonomía contamos. Sólo puede lograrse con el compromiso, la implicación y la motivación .


Con una metáfora sorprendente, el escritor francés y piloto en la Segunda Guerra Mundial, Antoine de Saint-Exupéry, les indicó a su equipo el rumbo correcto:

 "Si quieren construir un barco, no les pidan a los hombres que vayan al bosque a buscar madera, la corten y luego claven las tablas. En vez de hacer eso, enséñenles a anhelar el mar". 

Este "anhelo del mar" proviene, en el caso de las personas, de dos fuentes: un desafío significativo y una elección personal. Si combinamos el desafío y la elección con una intensa sensación de urgencia, habremos avanzado mucho en la creación de una receta para el éxito verdadero.

Fuente: Cuidado con el gerente ocupado, HBR