viernes, 29 de abril de 2011

8 pasos para una evaluación efectiva


Evaluar. (Del fr. évaluer).
1. Señalar el valor de algo.
2. Estimar, apreciar, calcular el valor de algo.
3. Estimar los conocimientos, aptitudes y rendimiento de los alumnos.

La evaluación del rendimiento es un método formal para contrastar el trabajo de las personas con respecto a las metas asignadas, su fin último es el de comunicar las metas personales, estimular para que exista un buen rendimiento, proporcionar feedback y corregir el rendimiento deficiente.

Sin duda, la evaluación del rendimiento resulta con frecuencia engorrosa y conlleva su tiempo, pero cuando se enfoca dentro de un marco adecuado y se hace bien, merece mucho la pena.

Una de las principales responsabilidades del líder es obtener resultados a través de las personas

No existe una sola forma de dirigir una evaluación de rendimiento, cada empresa dispone de una serie de procedimientos y cada colaborador presenta un reto diferente para el líder encargado de la evaluación

1.- Prepara la evaluación
2.- Organizar la reunión de rendimiento
3.- Identificar las carencias de rendimiento
4.- Encontrar las causas que originan las carencias de rendimiento
5.- Plan de acción para cubrir las carencias de rendimiento
6.- Volver a examinar las metas de rendimiento
7.- Escribir el informe
8.- Seguimiento

-         Haga que el colaborador se sienta parte del proceso
-         Proporcione feedback honesto a los empleados
-         Cubra todo el espectro de las responsabilidades laborales del colaborador en términos de lo que se ha realizado bien y lo que se ha realizado mal
-         Hágalo de una forma equilibrada, ni el amor acepta una crítica completa
-         Identifique qué debe hacerse en términos de desarrollo

lunes, 25 de abril de 2011

Una de las claves de la salud, la nutrición


De que te sirve tener éxito si no posees salud para disfrutarla, la salud es el primer faro, es la primera llave que tienes que conseguir en  la primera etapa de tu vida y mantener la segunda, depende de ti y la nutrición es clave para lograrlo...

En el siguiente especial sobre nutrición puedes iniciar un cambio y la única manera de hacerlo es conocerte a ti mismo y que empieza por la salud, no esperes a escenarios extremos que no puedas controlar y que en ocasiones te den una segunda oportunidad, recuerda que estamos en un mundo donde la mayoría de las personas se rigen por éxitos parciales, conseguir el éxito que te has marcado necesita de 7 faros, 7 llaves que te dan el equilibrio e iluminan los desafíos que te impones, el primero es la salud, clave para poder disfrutar lo conseguido...

Comer ha sido y es uno de los placeres del hombre. Una dieta sana y equilibrada no implica suprimir ese placer. La alimentación se debe basar en un consumo racional de los alimentos, es decir, en comer de todo equilibradamente, porque todos son necesarios para conseguir el nivel suficiente de nutrientes.
Saber más sobre la dieta equilibrada y qué componentes tiene nos ayudará a identificar si diariamente tomamos los alimentos apropiados para nuestra salud.
En algunas circunstancias, sin embargo, es necesario variar la dieta. Aquí también encontrará la información necesaria para hacerlo.

¿Qué son los nutrientes? ; El equilibrio de la dieta ; La dieta sana ; Dieta y salud ; Mitos y realidades ; Glosario

Faro invitado: El Mundo

domingo, 24 de abril de 2011

El establecimiento de las metas y su teoría


A diferencia de los animales, los seres humanos tenemos la capacidad para seleccionar conscientemente los objetivos que deseamos alcanzar, seleccionar objetivos complejos y altamente diferenciados de los demás y su teroría se rige por una premisa básica:

Las intenciones concientes de una persona (sus metas y objetivos) son los determinantes primarios de su motivación para el esfuerzo de acción

Esta teiría la desarrolló Edwin Locke y sus colaboradores. quienes demostraron que cuando las personas persiguen unos objetivos desafiantes desarrollan un mejor rendimiento que cuando pretenden la consecución de unos objetivos más fáciles de obtener

Está teoría plantea que existen 5 principios justificativos de la relación entre objetivos y rendimiento:

1.- Rendimiento. El rendimiento d un individuo que tiene objetivos es más elevado que el de quien carece de ellos

2.- Especificidad. Los objetivos definidos de forma clara y especifíca conllevan un mejor rendimiento que los objetivos mal definidos

3.- Dificultad. Los objetivos que constituyen un desafío de moderada dificultad conducen a un mayor rendimiento que los objetivos definidos demasiado fáciles o demasiado difíciles de conseguir

4.- Realismo. Los objetivos desafiantes han de ser igualmente realistas o factibles si se quiere que el individuo decida hacer un esfuerzo para conseguirlos.

5.- Aceptación. Los objetivos desafiantes y realistas se asocian a un mayor rendimineto siempre y cuando sean decididos , o al menos aceptados por parte de quien ha de cumplirlos. El establecimiento de objetivos en grupo aumenta la aceptación.

Edwin Locker Teorías

El ajuste de la meta teoría fue desarrollada por Locke en 1968, con el fin de explicar las acciones humanas en situaciones de trabajo específicas. El supuesto básico de la teoría es que los objetivos e intenciones son cognitivos e intencional, y que sirven como mediadores de las acciones humanas. Los dos hallazgos más importantes de esta teoría son que el establecimiento de metas específicas (por ejemplo, quiero ganar 500 más al mes) genera mayores niveles de rendimiento que el establecimiento de objetivos generales (por ejemplo, quiero ganar más dinero), y que las metas que son difíciles de alcanzar son linealmente y positivamente relacionados con el rendimiento. Cuanto más dura sea la meta, más de una persona trabajará para llegar a él. Sin embargo, tales influencias en el rendimiento son mediados por dos condiciones-de votos, y que la persona en cuestión acepta la meta. Uno de los objetivos que se describe como llegar a un gran nivel de eficiencia determinados en un baño de algunos, por lo general bajo un límite de tiempo. Objetivos de tener un contenido de dos características: el objetivo, y la intensidad de la meta. El contenido se refiere a lo que realmente quiere lograr (por ejemplo, quiero ganar 500 más al mes). La intensidad se refiere a la cantidad de recursos físicos y mentales necesarias para crear y alcanzar el contenido. el modelo original propuesto por Locke consistió en 5 pasos:  Los estímulos del medio ambiente →  Evaluación Cognición → Intenciones →  Configuración de la meta → Rendimiento.

Más adelante en su carrera, Locke ha añadido que nuestras necesidades y nuestros objetivos son mediados por nuestros valores, que determinan lo que es beneficioso para nosotros.

jueves, 21 de abril de 2011

Nunca pierdas las oportunidades que se te presentan en la vida


La gran finalidad de la vida no es el acumular conocimiento, es generar el ambiente adecuado para que las acciones que desarrolles tengan una gran posibilidad de llegar al puerto que escogiste...

"Un cura va conduciendo su coche, cuando ve a una monja parada al costado de la ruta esperando algún transporte. El cura se detiene, le ofrece acercarla hasta el próximo pueblo y la monja acepta y pone el equipaje en el asiento trasero.

Al subir en el asiento del acompañante, su hábito se abre un poco y deja ver una hermosa pierna.

Cuando el cura lo advierte, casi ocurre un accidente pero él controla el auto aunque no resiste a la tentación y al rato apoya su mano en la pierna de ella.

La monja mira al cura y le dice: Padre recuerde el Salmo 129. El cura retira rápidamente su mano y pide disculpas confusamente pero sus ojos se resisten a dejar de mirar esa hermosa pierna, por lo que poco después su mano salta de la palanca de cambios, esta vez a la rodilla de la monja.

Ante eso, la monja repite: Padre, recuerde el Salmo 129. El cura contrariado y contrito, pide disculpas y trata de explicarse:

...........................la carne es débil, hermana.

Llegados a destino, ella mira al cura significantemente mientras toma el bolso y le agradece el favor de haberla acercado. El cura sigue su viaje.

Cuando el cura llega a su destino, corre a ver que dice el Salmo 129:”.............sigue adelante inténtalo, encontrarás la gloria...........”

Moraleja: este informado sobre su trabajo o perderá grandes oportunidades.

Nunca pierdas las oportunidades que se te presentan en la vida.

Hay que conocer las reglas, para luego poder romperlas. Los sistemas se vuelven burocráticos y jerárquicos y para vencerlos hay que:

- Actualizarnos todo el tiempo y buscar información de nuestras fuentes (Networking)
- identificar las variables claves y transformar la información relevante para poder utilizarla
- Una o dos veces al año tomate tiempo para reciclarte, poder tomar nuevas ideas y poder tener nuevos marcos de referencia para comprender la realidad
- Mejora tu desempeño para tener más tiempo
- No te quedes con tu especialización, se global y aprende de otras especialidades, de la naturaleza, de la arquitectura, etc. con el fin de activar el pensamiento lateral para poder resolver los problemas actuales, cada vez más complejos "Los problemas perversos" que ya no se resuelven con algoritmos sino con soluciones heurísticas de ensayo y error

No desperdicies ninguna oportunidad que se te presente por que no es fruto de la capacidad es fruto de lo que has buscado, deja el miedo y libera tu talento y recuerda que el tren pasa muchas veces tu decides cuando montarte...

La idea adecuada en el momento justo, te puede cambiar la vida si y solo si la pones en práctica y la llevas hasta el final

viernes, 15 de abril de 2011

7 errores comunes de los líderes



1. Hacer anuncios controversiales sin preparar el terreno

Cualquier decisión controvertida puede generar rumores, ansiedad y resistencia. Así que en vez de anunciar una decisión controvertida a un grupo completo, prepare a las personas una a una. Descubra quién se opondrá y por qué.
Las decisiones que involucran cambios son las más delicadas: las reorganizaciones, los cambios en las metas y la partida de empleados clave crean incertidumbre, y la incertidumbre genera ansiedad.
Para prevenir la ansiedad, inicie un diálogo con la otra persona. Póngale un nombre al problema: "Esta reorganización significa que haremos algunas cosas de otra manera, y eso hace que la gente se ponga aprensiva". Luego, aborde las preocupaciones que surgieron a partir de su afirmación:
  • La otra persona siente incertidumbre por el futuro? Transmítale el escenario que usted cree más posible.
  • ¿La reorganización pone un proyecto en riesgo? Hable de los planes de mantenerlo a flote.
  • Demuestre que le entiende, teniendo en mente que usted puede abordar mejor las emociones con lenguaje corporal que con palabras. Asegúrese de transmitir que se preocupa y que empatiza con el empleado.

2. Mentir

Algunas mentiras son bien intencionadas. Algunos temas deben permanecer confidenciales mientras son discutidos. Pero cuide la forma en que mantiene los secretos. Si las personas saben que usted les ha mentido, perderá su confianza para siempre. El contralor de una start-up vio al director financiero mintiendo a los miembros de otros departamentos, así que empezó a dudar de su sinceridad. Buscó un nuevo trabajo con un jefe en cuyas intenciones pudiera confiar. La mentira le costó un empleado valioso a la empresa.
En vez de mentir, responda "No estoy autorizado para hablar" o "No puedo responder cabalmente", cuando le pregunten sobre temas sensibles. La consistencia es importante. Warren Buffett nunca habla sobre sus inversiones, ni siquiera con los accionistas. Como resultado, su silencio sobre un negocio en particular no indica nada en absoluto.

3. Ignorar la realidad de quienes tienen el poder

¿Le sorprende haber escuchado las malas noticias demasiado tarde? No se sorprenda. Mientras más poder tenga, menos sabrá sobre los problemas. Así es la naturaleza humana: los problemas son filtrados y suavizados a medida que suben por la jerarquía, con cada mensajero tratando de suavizar el golpe. Si quiere una evaluación honesta de un problema, busque las malas noticias y déles la bienvenida. Y cuando lleguen, muestre su agradecimiento.
Inversamente, los mensajes son magnificados a medida que bajan por la jerarquía. Si usted se ve contrariado en una presentación, todos “sabrán” que usted la detestó. Nadie le echará la culpa al sándwich que se comió demasiado rápido antes de la reunión. Las bromas son muy peligrosas. Cuando el director ejecutivo de una firma consultora bromeó con, "si no vienen el domingo, no se molesten en venir el lunes", su equipo de proyecto no sabía qué hacer. Uno de ellos dijo: "Estábamos seguros de que bromeaba, pero...".
Termine con los rumores usando un lenguaje claro. Termine las reuniones recapitulando sus reacciones y los pasos siguientes.

4. Subestimar la inteligencia de sus empleados

Es tentador pasar por alto los problemas porque "la gente no va a entender". ¿Para qué explicar una reorganización si basta con que diga "éste es el nuevo organigrama"? Pero con eso elude su deber. Puede que los empleados de la primera línea no sean unos maestros del diseño organizacional, pero merecen saber las razones de los cambios que afectan sus vidas. Si usted piensa que sus empleados no entenderán, recuerde que es su trabajo explicárselo.
A muchos ejecutivos les gusta eludir los problemas cuando motivan a sus equipos. Pero si las cosas no van bien, esos equipos probablemente están muy conscientes de los problemas. De hecho, tal vez sepan de ellos desde mucho antes que usted. En vez de evitar el problema, apele a sus habilidades para encontrar soluciones.

5. Confundir procesos con resultados

Cuando se fijan metas, se compensa y se evalúa, es fácil confundir el proceso con el resultado. Usted promete a su equipo un aumento de 7%, pero luego el consejo de administración, preocupado por la crisis, lo reduce a 3%. Usted da la batalla para elevar esa cifra y obtiene 4%. Pero sus empleados no se lo agradecen. De hecho, ellos están muy resentidos con usted. ¿Cómo pueden ser tan insensibles con todo lo que ha trabajado por ellos?
Muy simple. Su trabajo duro fue un proceso, y usted les prometió un resultado. Usted quiere que aprecien lo mucho que lo intentó, pero ellos querían un resultado específico. Como no lo obtuvieron, no pueden hacer como si nada hubiera pasado. Usted quiere que las personas lo valoren por su trabajo duro. Pero cuando se trata de evaluar a otros, siempre es más fácil juzgar por los resultados. La mayoría de las empresas castigan a los empleados que no obtienen los resultados deseados, incluso si siguen un proceso correcto. Lo perverso es que otros son recompensados por los resultados deseados, incluso cuando han ignorado abiertamente las reglas de los procesos.

6. Usar formas inapropiadas para comunicarse

El e-mail es estupendo para entregar información, pero no lo use para entregar mensajes con contenido emocional; es muy fácil malinterpretar los mensajes de e-mail. Si se está incomodando mientras lee un e-mail, deje su computador y aborde la situación en persona o por teléfono.
Al mismo tiempo, las llamadas telefónicas y las reuniones cara a cara son formas ineficientes para transmitir información, pero estupendas para discutir sobre problemas más matizados. Usted puede responder directamente a las reacciones de su interlocutor, y puede usar su tono de voz y sus expresiones faciales para controlar su mensaje. "Estoy seguro de que hiciste un gran trabajo " podría ser leído sarcásticamente en un e-mail, pero las mismas palabras pueden decirse sinceramente en persona con el tono de voz correcto.
Es más, algunas personas son oyentes, mientras que otras son lectoras. Los oyentes tendrán problemas para redactar memos, pero son muy buenos conversando. Los lectores escriben memos estupendos y también les alegra leerlos, pero la conversación no los atrae. Si le habla a un lector, su mensaje puede no llegar. No tema preguntar a las personas por la manera en que prefieren recibir la información; la mayoría sabe la respuesta. Si no la saben, un poco de atención de su parte le dirá lo que funciona mejor.

7. Ignorar los actos de omisión

Lo que usted no dice envía un mensaje igual de fuerte que lo que dice. Si usted no elogia, la gente cree que no es valorada. Si usted no explica las razones de las decisiones, el mensaje es que usted no confía en sus empleados. Y si usted no les dice hacia dónde quiere ir la empresa, no sabrán cómo ayudarla a llegar allá.
Cuando la obtención de fondos se volvió una prioridad para el CEO de una empresa de educación a distancia, dejó de comunicar su visión a los empleados. Como sólo pensaba en dinero, mencionaba objetivos financieros. Con el tiempo, la cultura de la empresa se enfocó en el dinero, y la visión se perdió. Pero cuando el CEO hizo una presentación orientada a la visión en una conferencia, uno de sus empleados se acercó y le dijo que nunca se había sentido tan inspirado. Como resultado, cambió su estrategia de comunicación para volver a enfatizar la visión, y vio cómo subió la moral de sus empleados.
Los errores de omisión son difíciles de descubrir. Revise sus objetivos principales y el tipo de comunicación que necesita para lograr esas metas. Pregunte cuál es el mensaje que envía con su silencio. Y esté dispuesto a preguntar a las personas: "¿Qué mensajes están recibiendo de mí?".

Faro Invitado: http://www.cotizemos.com/ 

jueves, 14 de abril de 2011

Desaprender para aprender


"La innovación significa desaprender (rutinas, miedos, estatus) y reaprender
(orientación, participación, compromiso)" Juan Carlos Cubeiro

Según el diccionario de la Rae ( Real Academia Española):

Aprender. (Del lat. apprehendĕre).
1. Adquirir el conocimiento de algo por medio del estudio o de la experiencia.
2. Concebir algo por meras apariencias, o con poco fundamento.
3. Tomar algo en la memoria.
5. Enseñar, transmitir unos conocimientos.

Desaprender.
1. Olvidar lo que se había aprendido.


Cuentan que preguntó un día la rana al ciempiés cómo hacía para mover tantos pies de un modo tan eficiente y coordinado, y que cuando el ciempiés se paró a pensarlo para responder, no supo volver a caminar nunca más.

Es algo conocido que cuando nos rascamos o revolvemos el café no tenemos que enviar órdenes conscientes para alzar la mano, dirigirla hacia esas coordenadas concretas, mover la musculatura de un modo determinado a un ritmo previamente calculado, etc. Si así fuera, estaríamos casi todo el día ocupados en ese tipo de órdenes.

Piensen en lo siguiente: solamente para cruzar una calle, en el instante en que damos una instantánea ojeada al coche más cercano que se aproxima hacia el paso de peatones, el cerebro está realizando los siguientes cálculos:

- la distancia entre ese coche y nosotros
- la velocidad estimada de ese coche
- nuestra velocidad máxima (corriendo, si es preciso)
- si, dados los parámetros anteriores, existe la posibilidad de que ambas trayectorias se crucen (con lo cual nos atropellaría)
- si existe esa posibilidad, no cruzamos; si queda descartada, cruzamos.

Y todo eso en una fracción de segundo. Algunos dirían que “presintieron” que si cruzaban le atropellarían.
Otras veces, “presentimos” que alguien no es de fiar. Si analizáramos lo que ocurre, posiblemente nos daríamos cuenta de que esa persona no mantenía el contacto visual el número de segundos suficientes (¿acaso no sabemos todos algo de lenguaje no-verbal de modo innato o, digamos, intuitivo?). Si a eso le sumamos (le sumó nuestro cerebro) alguna maledicencia oida sobre un acto poco congruente cometido por esa persona, o bien la forma de su boca nos recordó a la de alguien que no simpatizamos mucho de adolescentes, ya tenemos el resultado de la fórmula. Todo ello sin darnos cuenta, y el resultado es, en este ejemplo, que esa persona “no sabemos porqué pero no nos inspira confianza”.

Son innumerables los ejemplos de la multitud de cálculos que llevamos a cabo inconscientemente (sin intervención de nuestra voluntad consciente) gracias a la mayoría de los cuales seguimos vivos. Por supuesto, hay muchas otras decisiones que probablemente es mejor tomar en base a cálculos conscientes, estimación de pros-contras, cálculos aproximados de probabilidades, etc. (Algunos investigadores, dicho sea de paso, han llegado a la conclusión de que tras toda decisión consciente yace siempre una emoción básica.)


Otra cosa que sabemos es que, cuando pensamos demasiado, interferimos con el raciocinio en aquellos mecanismos que normalmente se desenvolverían por sí solos, automáticamente por así decir (en este post se explica qué son los PAFs). Es como si la naturaleza recomendara dejar que el organismo y la mente hicieran lo que ya saben hacer, y dejar los cálculos de pros y contras (y su resultado) sólo para aquello en que necesitamos la voluntad y el análisis racional (p.e. para resolver un problema matemático, para la compra de un piso, etc.).

En este video Mentes privilegiadas se muestran unos estudios que confirmaron una vez más que, al parecer, nuestro cerebro actúa de un modo mucho más operativo si no se interfiere en ciertos automatismos, como p.e. leer. En uno de los experimentos, se muestran varias frases al sujeto y éste lee en voz alta lo que “vé”.

Lo curioso es que algunas frases contenían leves errores tipográficos o sintácticos… que el sujeto no “leyó”, corroborando que el cerebro no vé lo que vé sino lo que espera ver. Lo asombroso de ese experimento es que, desconectando ciertas áreas del cerebro racional y dejando por tanto que el individuo lea sin que ésas actúen… no se cometen fallos de lectura. Sin duda se debe a que no actuaron las creencias previas (qué es lo que debería poner ahí). Es decir, haciéndolo así, el cerebro vé lo que realmente hay, sin intervención de expectativa alguna, esa modulación personal del futuro que tanto nos tienta con frecuencia. Uno de los investigadores comenta ahí:

“Es fascinante que tengamos que desconectar partes del cerebro para descubrir aptitudes ocultas… Que tengamos que discapacitar parte del cerebro para extraer habilidades … Estas no son las habilidades del que tiene algo más, son las habilidades del que tiene algo menos…”

Parecería que el Homo sapiens sapiens es, a veces, incluso demasiado inteligente… tanto que comete errores por pensar cuando no debe.

Muchos tenemos el vicio de analizar, racionalizar, calibrar cosas, situaciones o proyectos cuando no es necesario. “Déjate fluir” solemos aconsejar a los demás, pero ¿es eso tan fácil de llevar a cabo una vez desarrolladas, durante cientos de miles de años, unas capacidades que a primera vista nos han resultado adaptativas? ¿No será que nos hemos viciado con ellas como el niño a quien regalaron una bufanda y no se la quiso quitar nunca más ni para dormir hasta que se le quedó pegada al cuerpo? (como en “El caballero de la armadura oxidada” de Robert Fisher).

Hay que desaprender para poder aprender.

O, como dijo Krishnamurti, una taza (la mente) sólo tiene sentido cuando está vacía, no llena.

- Aprender y desaprender
- Desaprender para aprender
- Aprendiendo a desaprender

Faro invitado: Ana di Zacco, Neurobudismo

Anatomía de la codicia


Nuestra vida se asienta sobre un sistema monetario que promueve el materialismo. Nos dejamos llevar por la búsqueda de dinero y riquezas, obviando nuestras verdaderas necesidades.

Por incoherente y absurdo que parezca, cuanto más progreso económico desarrolla una sociedad, más infelices suelen ser los seres humanos que la componen. De ahí que algunos de los países más ricos del mundo, como Suecia, Noruega, Finlandia y Estados Unidos, cuenten, paradójicamente, con las tasas de suicidio más elevadas del planeta. En el mundo, un millón de seres humanos se quitan la vida cada año. Y al menos otros 15 millones lo intentan sin conseguirlo.

 Haciendo caso omiso a la incómoda verdad que se esconde detrás de estas estadísticas, la mayoría de naciones están adoptando las creencias y los valores promovidos por el estilo de vida materialista y deshumanizado imperante en la actualidad. Es la “globalización”, un proceso por el cual el sistema de libre mercado, guiado por el obsesivo e insostenible afán de crecimiento económico de las corporaciones, está dificultando a los seres humanos desarrollar el altruismo y alcanzar la plenitud.

 LA SOCIEDAD DEL MALESTAR

 “El crecimiento económico del sistema capitalista se sustenta gracias a la insatisfacción de la sociedad” (Clive Hamilton)

 Como consecuencia de la epidemia de malestar y sinsentido que padecen muchos seres humanos, en el ámbito de la investigación universitaria ha nacido una nueva especialidad profesional: el comportamiento económico, que estudia la influencia que tiene la psicología sobre la economía y ésta sobre la actitud y la conducta de individuos y organizaciones. Entre otros expertos, destaca el economista norteamericano George F. Lowenstein, cuyo nombre aparece en algunas quinielas como candidato a recibir el Premio Nobel de Economía a lo largo de la próxima década.

 En el escenario socioeconómico actual, ¿es el sistema capitalista el que nos condiciona para convertirnos en personas competitivas, ambiciosas y corruptas, o somos nosotros los que hemos creado una economía a nuestra imagen y semejanza? ¿Qué viene antes: el huevo o la gallina? De las tesis formuladas por Lowenstein se desprende que en este caso el huevo es la gallina. Es decir, que nuestra incapacidad de ser felices nos ha vuelto codiciosos, convirtiendo el mundo en un negocio en el que nadie gana y todos salimos perdiendo. Y en paralelo, el sistema monetario sobre el que se asienta nuestra existencia dificulta y obstaculiza la ética y la generosidad que anidan en lo profundo de cada corazón humano.

 Pero entonces, ¿qué es la codicia? ¿De dónde nace? ¿Adónde nos conduce? Etimológicamente procede del latín cupiditas, que significa “deseo, pasión”, y es sinónimo de “ambición” o “afán excesivo”. Así, la codicia es el afán por desear más de lo que se tiene, la ambición por querer más de lo que se ha conseguido. De ahí que no importe lo que hagamos o lo que tengamos; la codicia nunca se detiene. Siempre quiere más. Es insaciable por naturaleza. Actúa como un veneno que nos corroe el corazón y nos ciega el entendimiento, llevándonos a perder de vista lo que de verdad necesitamos para construir una vida equilibrada, feliz y con sentido.

 LA CORRUPCIÓN DEL ALMA

 “La riqueza material es como el agua salada; cuanto más se bebe, más sed da” (Arthur Schopenhauer)

 Últimamente se ha hablado mucho del presidente del Palau de la Música, Fèlix Millet, al que se le acusa de haber robado 10 millones de euros. O del multimillonario Bernard Madoff, considerado un brillante gestor de inversiones y filántropo hasta que un día confesó a sus hijos Andrew y Mark que su vida era “una gran mentira”. El imperio económico que había construido a lo largo de las últimas décadas se sustentaba en la codicia, la estafa y la corrupción.

Tras ser arrestado y procesado, Madoff fue condenado el 29 de junio de 2009 a 150 años de cárcel por ser el responsable del mayor fraude financiero de la historia, cifrado en más de 35.000 millones de euros. ¿Qué motiva a un hombre que lo tiene todo a querer más? ¿Por qué tantas personas se vuelven corruptas, mezquinas y perversas al alcanzar el poder?

 Para muchos psicólogos, personas como Madoff o Millet representan la punta del iceberg de uno de los dramas contemporáneos más extendidos en la sociedad: “la corrupción del alma”. Así se denomina la conducta de las personas que se traicionan a sí mismas, a su conciencia moral, pues en última instancia todos los seres humanos sabemos cuándo estamos haciendo lo correcto y cuándo no. Y es que para cometer actos corruptos, primero tenemos que habernos corrompido por dentro. Esto implica marginar nuestros valores éticos esenciales –como la integridad, la honestidad, la generosidad y el altruismo en beneficio de nuestro propio interés.

 RICOS FUERA, POBRES DENTRO

 “Nada que esté fuera de ti podrá nunca proporcionarte lo que estás buscando” (Byron Katie)

 Según las investigaciones científicas de Lowenstein, cuando las personas son víctimas de su codicia entran en una carrera por lograr y acumular poder, prestigio, dinero, fama y otro tipo de riquezas materiales. Quienes cruzan la línea una vez, tienden a cruzarla constantemente. Las personas codiciosas se engañan a sí mismas; siempre encuentran excusas para justificar sus decisiones y actos corruptos. El hecho de que los demás lo hagan ya es suficiente para hacerlo. Sin embargo, la sombra de su conciencia moral les persigue de por vida.

 Una vez ascienden por la escalera que creen que les conducirá al éxito y, en consecuencia, a la felicidad, comienzan a ser esclavas del miedo a perderlo todo. De ahí que se vuelvan más inseguras y desconfiadas, invirtiendo tiempo y dinero en protegerse y proteger lo que poseen. Y no sólo eso. Se sabe de muchos casos en los que las personas codiciosas terminan aislándose de los demás, con lo que su grado de desconexión emocional aumenta y su nivel de egocentrismo se multiplica.

 Por eso muchos intentan compensar su malestar con el placer y la satisfacción a corto plazo que proporciona la vida material. Para conseguirlo necesitan cada vez más dinero, lo que les lleva, en algunos casos, a cometer estafas en sus propias organizaciones, tal y como hicieron Madoff y Millet. Según la consultora Deloitte, “más de seis de cada 10 fraudes empresariales se cometen desde dentro”. Muchos se planean en los despachos de la cúpula directiva. Que la corrupción se haga pública, es otra historia.
 En palabras de Lowenstein, “la codicia es una semilla que crece y se desarrolla en aquellas personas que padecen un profundo vacío existencial, sintiendo que sus vidas carecen de propósito y sentido”. Tenemos de todo, pero ¿nos tenemos a nosotros mismos? La codicia nace de una carencia interior no saciada y de la falsa creencia de que podremos llenar ese vacío con poder, dinero, reconocimiento y, en definitiva, con un estilo de vida materialista, basado en el consumo y el entretenimiento.

 LA FILOSOFÍA DE LA ‘NO NECESIDAD’

 “Lo que nos hace ricos o pobres no es nuestro dinero, sino nuestra capacidad de disfrutar” (Víctor Gay Zaragoza)

 Un hombre de negocios pasaba sus vacaciones en un pueblo costero. Una mañana advirtió la presencia de un pescador que regresaba con su destartalada barca. “¿Ha tenido buena pesca?”, le preguntó. El pescador, sonriente, le mostró tres piezas: “Sí, ha sido una buena pesca”. El hombre de negocios miró al reloj: “Todavía es temprano. Supongo que volverá a salir, ¿no?”.

 Extrañado, el pescador le preguntó: “¿Para qué?”. “Pues porque así tendría más pescado”, respondió el hombre de negocios. “¿Y qué haría con él? ¡No lo necesito! Con estas tres piezas tengo suficiente para alimentar a mi familia”, afirmó el pescador. “Mejor entonces, porque así usted podría revenderlo”. “¿Para qué?”, preguntó el pescador, incrédulo. “Para tener más dinero”. “¿Para qué?”. “Para cambiar su vieja barca por una nueva, mucho más grande y bonita”. “¿Para qué?”. “Para poder pescar mayor cantidad de peces”.
 “¿Para qué?”. “Así podría contratar a algunos hombres”. “¿Para qué?”. “Para que pesquen por usted”. “¿Para qué?”. “Para ser rico y poderoso”. El pescador, sin dejar de sonreír, no acababa de entender la mentalidad de aquel hombre. Sin embargo, volvió a preguntarle: “¿Para qué querría yo ser rico y poderoso?”. “Esta es la mejor parte”, asintió el hombre de negocios. “Así podría pasar más tiempo con su familia y descansar cuando quisiera”. El pescador lo miró con una ancha sonrisa y le dijo: “Eso es precisamente lo que voy a hacer ahora mismo”.

Faro invitado: Lluís Bassets, el País

miércoles, 13 de abril de 2011

Estilos de aprendizaje


El término “estilo de aprendizaje” se refiere al hecho de que cada persona utiliza su propio método o estrategias para aprender.

Aunque las estrategias varían según lo que se quiera aprender, cada uno tiende a desarrollar ciertas preferencias o tendencias globales, tendencias que definen un estilo de aprendizaje.

Son los rasgos cognitivos, afectivos y fisiológicos que sirven como indicadores relativamente estables de cómo las personas perciben interacciones y responden a sus ambientes de aprendizaje, es decir, tienen que ver con la forma en que estructuramos los contenidos, forman y utilizamos conceptos, interpretamos la información, resolvemos  los problemas, seleccionamos medios de representación (visual, auditivo, kinestésico), etc.

Los rasgos afectivos se vinculan con las motivaciones y expectativas que influyen en el aprendizaje, mientras que los rasgos fisiológicos están relacionados con el género y ritmos biológicos, como puede ser el de sueño-vigilia de las personas.

La noción de que cada persona aprende de manera distinta a las demás permite buscar las vías más adecuadas para facilitar el aprendizaje, sin embargo hay que tener cuidado de no “etiquetar”, ya que los estilos de aprendizaje, aunque son relativamente estables, pueden cambiar; pueden ser diferentes en situaciones diferentes; son susceptibles de mejorarse; y cuando a las personas se les enseña según su propio estilo de aprendizaje, aprenden con más efectividad.

Se han desarrollado distintos modelos y teorías sobre estilos de aprendizaje los cuales ofrecen un marco conceptual que permite entender los comportamientos diarios en el aula, cómo se relacionan con la forma en que están aprendiendo los alumnos y el tipo de acción que puede resultar más eficaz en un momento dado.

Los modelos más conocidos y utilizados en cuanto a estilos de aprendizaje, éstos son:

1) Modelo de los cuadrantes cerebrales de Herrmann
2) Modelo de Felder y Silverman
4) Modelo de Programación Neurolingüística de Bandler y Grinder
5) Modelo de los Hemisferios Cerebrales
6) Modelo de las Inteligencias Múltiples de Gardner

Aún cuando estos modelos contienen una clasificación distinta y surgen de diferentes marcos conceptuales, todos ellos tienen puntos en común que permiten establecer estrategias para la enseñanza a partir de los estilos de aprendizaje.

El propósito de que  identifiquemos los estilos de aprendizaje permitirá desarrollar las estrategias más convenientes para que construyas tu  propio aprendizaje.

En el libro el lider resonante crea más (1), de Daniel Golman y Richard Boyatzis especifican que todo el mundo tiene un estilo de aprendizaje preferido que consideran como el más natural y recomiendan que en lugar de luchar en contra de ese estilo o de tratar de acomodarse a uno impuesto desde el exterior, merece la pena apoyarse en el estilo que uno más prefiera y exponen este ejemplo para entenderlo.

Son dos amigos que "se convirtieron en directores generales y que un verano decidieron aprender a navegar . Uno de ellos se compro una lancha de tres metros y medio con la que habia decidido prácticar durante un mes en la costa de Maine. mientras que el otro , por su parte se inscribió en un curso de navegación que tenía lugar en el puerto de Boston.

Así fué como uno comenzaba a alejarse de la orilla de la playa de Maine y se hallaba en el agua desde el comienzo, descubriendo por sí mismo la utilidad de la orza de la quilla que con el tiempo, fue generalizando las embarcaciones cada vez mayores, mientras que el otro se hallaba sentado en un aula aprendiendo los principios teóricos de la navegación y comenzando a navegar sin problemas desde el primer día.

Los dos terminaron aprendiendo a navegar, pero lo hicieron siguiendo caminos muy distintos.

El primero a través de la experiencia concreta y el otro elaborando previamente un modelo mental del arte de la navegación"

Afortunadamente los dos tenian también la capacidad de aprender a través de la experiencia activa.

Se ha demostrado que las personas que las personas aprenden más y mejor cuando utilizan las modalidades de aprendizaje que más les gustan.

Esto es importante para el líder, saber identificar su estilo de aprendizaje preferido y conocer el ciclo del mismo, para así saber donde lo iniciamos. Saber el estilo de aprendizaje de tu pareja, tus hijos, tus colaboradores, tu equipo es fundamental, para el buen desenvolvimiento de las actividades y la consecución de los objetivos y metas, toma de decisiones etc, etc



(1) El Líder resonante crea más, Daniel Goleman, Richard Boyatzis y Annie Mckee, Pág 193

Aprende a vivir las emociones


La mayor parte de las habilidades para conseguir una vida satisfactoria son de carácter emocional, no intelectual
Hemos aprendido desde pequeños que el sentimentalismo (así se ha llamado al hábito de sentir a flor de piel las emociones y a mostrar en público esa forma de interpretar las vivencias) era propio de personas débiles, inmaduras, con déficit de autocontrol. Además, se ha extendido en nuestro imaginario colectivo el lugar común, machista como pocos, de que las emociones o -más aún- el llanto, pertenecen al ámbito de lo femenino. Sin embargo, todo evoluciona y va ganando terreno la convicción de que vivir las emociones es un elemento insustituible en la maduración personal y en el desarrollo de la inteligencia.

Sólo cuando entendemos nuestros sentimientos somos capaces de entender los de otras personas

Tenemos muy en cuenta nuestro espacio intelectual y no sólo le hemos dedicado tiempo y esfuerzo, sino que incluso la valoración que hacemos de una persona pasa, en buena medida, por sus conocimientos y habilidades intelectuales. Desde la educación, tanto reglada como no académica, se nos ha motivado para que saquemos el máximo partido a nuestros recursos intelectuales.

Nadie discute la necesidad de adquirir conocimientos técnicos y culturales para prepararnos (y reciclarnos) para la vida profesional, pero en una equivocada estrategia de prioridades olvidamos a veces la importancia de educarnos para la vida emocional. Aprender a vivir es aprender a observar, analizar, recabar y utilizar el saber que vamos acumulando con el paso del tiempo. Pero convertirnos en personas maduras, equilibradas, responsables y, por qué no decirlo, felices en la medida de lo posible, nos exige también saber distinguir, describir y atender los sentimientos. Y eso significa contextualizarlos, jerarquizarlos, interpretarlos y asumirlos. Porque cualquiera de nuestras reflexiones o actos en un momento determinado pueden verse "contaminados" por nuestro estado de ánimo e interferir negativamente en la resolución de un conflicto o en una decisión que tenemos que tomar. 

Una habilidad muy especial

Mimar nuestro momento emocional, aprender a expresar los sentimientos sin agresividad y sin culpabilizar a nadie, ponerles nombre, atenderlos y saber cómo descargarlos, es uno de los ejes de interpretación de lo que nos ocurre. Cada vez que dudamos ante una decisión, que nos proponemos comprender una situación, no hacemos estas operaciones como lo haría un ordenador o cualquier otro ingenio de inteligencia artificial, sino que ponemos en juego, traemos a colación, todo nuestro bagaje personal (incluyendo lo que nos ha podido pasar hace un rato o unas horas) y el pesado fardo de nuestra herencia cultural. De ahí que vivir nuestras emociones es una habilidad relacional que nos capacita como seres que se desarrollan en un contexto social. Sólo cuando conectamos con nuestros sentimientos, los atendemos y jerarquizamos, somos capaces de empatizar con los sentimientos y circunstancias de los demás. No es más inteligente quien obtiene mejores calificaciones en sus estudios, sino quien pone en práctica habilidades que le ayudan a vivir en armonía consigo mismo y con su entorno. La mayor parte de las habilidades para conseguir una vida satisfactoria son de carácter emocional, no intelectual. Los profesionales más brillantes no son los que tienen el mejor expediente académico, sino los que han sabido "buscarse la vida" y exprimir al máximo sus habilidades.

Aprender a desarrollar la inteligencia emocional

Esta sociedad de las "buenas maneras" y el control social han hecho de nosotros auténticos robots de las apariencias. En la Universidad de Málaga los doctores Fernández Berrocal y Extremera han abordado la inteligencia emocional como la habilidad (esencial) de las personas para atender y percibir los sentimientos de forma apropiada y precisa, la capacidad para asimilarlos y comprenderlos adecuadamente y la destreza para regular y modificar nuestro estado de ánimo o el de los demás. En la inteligencia emocional se contemplan cuatro componentes:

Percepción y expresión emocional. Se trata de reconocer de manera consciente qué emociones tenemos, identificar qué sentimos y ser capaces de verbalizarlas. Una buena percepción significa saber interpretar nuestros sentimientos y vivirlos adecuadamente, lo que nos permitirá estar más preparados para controlarlos y no dejarnos arrastrar por los impulsos.

Facilitación emocional, o capacidad para producir sentimientos que acompañen nuestros pensamientos. Si las emociones se ponen al servicio del pensamiento nos ayudan a tomar mejor las decisiones y a razonar de forma más inteligente. El cómo nos sentimos va a influir decisivamente en nuestros pensamientos y en nuestra capacidad de deducción lógica.

Comprensión emocional. Hace referencia a entender lo que nos pasa a nivel emocional, integrarlo en nuestro pensamiento y ser conscientes de la complejidad de los cambios emocionales. Para entender los sentimientos de los demás, hay que entender los propios. Cuáles son nuestras necesidades y deseos, qué cosas, personas o situaciones nos causan determinados sentimientos, qué pensamientos generan las diversas emociones, cómo nos afectan y qué consecuencias y reacciones propician. Empatizar supone sintonizar, ponerse en el lugar del otro, ser consciente de sus sentimientos. Hay personas que no entienden a los demás no por falta de inteligencia, sino porque no han vivido experiencias emocionales o no han sabido gestionarlas. Quién no ha experimentado la ruptura de pareja o el sentimiento de orfandad por la pérdida de un ser querido, es difícil que se haga cargo de lo que sufren quienes pasan por esa situación. Incluso cuando se han vivido por experiencias de ese tipo, si no se ha hecho el esfuerzo de vivirlas de manera explícita aceptándolas e integrándolas, no estarán suficientemente capacitados para la comprensión emocional inteligente.

Regulación emocional, o capacidad para dirigir y manejar las emociones de una forma eficaz. Es la capacidad de evitar respuestas incontroladas en situaciones de ira, provocación o miedo. Supone también percibir nuestro estado afectivo sin dejarnos arrollar por él, de manera que no obstaculice nuestra forma de razonar y podamos tomar decisiones de acuerdo con nuestros valores y las normas sociales y culturales.

Estas cuatro habilidades están ligadas entre sí en la medida en que es necesario ser conscientes de cuáles son nuestras emociones si queremos vivirlas adecuadamente.

Gestionar adecuadamente las emociones supone:

-No someterlas a censura. Las emociones no son buenas o malas, salvo cuando por nuestra falta de habilidad hacen daño, a nosotros o a otras personas.

-Permanecer atentos a las señales emocionales, tanto a nivel físico como psicológico.

-Investigar cuáles son las situaciones que desencadenan esas emociones.

-Designar de forma concreta los sentimientos y señalar las sensaciones que se reflejan en nuestro cuerpo, en lugar de hacer una descripción general ("estoy triste", "estoy nervioso"...).

-Descargar físicamente el malestar o la ansiedad que nos generan las emociones.

-Expresar nuestros sentimientos a la persona que los ha desencadenado, sin acusaciones ni malas formas y detallando qué situación o conducta es la que nos ha afectado.

-No esperar a que se dé la situación idónea para comunicar los sentimientos, tomar la iniciativa.
 
Faro invitado: revista.consumer

martes, 12 de abril de 2011

Pensamiento creativo y los modelos mentales

 
El pensamiento creativo es la generación de nuevas ideas o conceptos, o de nuevas asociaciones entre ideas y conceptos conocidos, que habitualmente producen soluciones originales.

El proceso de creación surge siempre de una pregunta, de un conflicto vagamente sentido, de un problema no declarado que se anuncia.

“Galileo formuló el problema de la medición de la velocidad de la luz, pero no lo resolvió. La formulación de un problema es frecuentemente más esencial que su solución, que puede ser tan sólo un asunto de destreza matemática o experimental. Plantearse nuevas cuestiones, nuevas posibilidades, ver viejos problemas desde un nuevo ángulo, requiere una imaginación creadora y marca un avance real en la ciencia”. Albert Einstein. 1938.

A través de un largo proceso evolutivo, la especie humana despegó, al tener un cerebro capacitado para interrogarse, pudo plantearse problemas así como también, ir en búsqueda de respuestas y soluciones. Y el “progreso” no se detiene… Y las mujeres, propiciadas por nuestra especial sensibilidad, no claudicamos en ese afán.

Crear es pensar. Considero que eso es la creatividad; una forma de pensar que lleva implícita siempre una querencia por algo: un proyecto, un trabajo específico, un estudio; el desear algo se nutre de una sólida motivación intrínseca que sustenta el trabajo de la constancia y la perseverancia ante el fracaso.

Pensamiento y motivación, dos procesos psicológicos que contemplan aquellos procesos cuya contribución se ha demostrado como necesaria para la creatividad. El proceso de creación comienza con una actitud abierta a los problemas, una disposición a encararlos, lo que llamamos “una sensibilidad a los problemas”.

En todo proceso creativo, existen procesos mentales de alto orden, funciones selectivas y reguladoras que dirigen la actividad del pensamiento, que actúan planificando, dirigiendo y evaluando la propia solución de problemas.

Proceso creativo: Componentes que intervienen en tres momentos sucesivos:

 1. Reconocimiento de la existencia de un problema
 2. Definición del problema
 3. Formulación de una estrategia y representación mental para su solución.

Pero, así como es sensible a los problemas, el ser humano es complejo y construye con fuerza un modelo mental, que opaca y desluce el pensamiento y muchas veces lo anula impidiendo, por ende, crear.

Porque Fracasan las Mejores Ideas

Muchas nuevas ideas y proyectos no se llevan a la práctica porque chocan con profundas imágenes, modos familiares, mandatos ancestrales infiltrados que nos limitan el pensar y el actuar. La deconstrucción de esos modelos mentales promete ser una decisiva innovación en el deseo de una vida más plena.

En la mente llevamos imágenes supuestos e historias. Los filósofos han comentado los modelos mentales durante siglos, desde la alegoría de la caverna de Platón. “El traje nuevo del emperador” es un cuento clásico que no trata sobre la fatuidad de la gente sino sobre los modelos mentales que la aprisionan. La imagen de la dignidad del monarca les impedía ver en realidad su desnudez.

“Nuestros modelos mentales no sólo determinan el modo de interpretar el mundo, sino el modo de actuar”, escribe Howard Gardner

Ahora bien, ¿por qué los modelos mentales son tan poderosos para afectar lo que hacemos? En parte porque afectan lo que vemos y pensamos. Dos personas con diferentes modelos mentales pueden observar el mismo acontecimiento y describirlo de manera distinta porque han observado detalles distintos.

El problema de los modelos no radica en que sean atinados o erróneos. Los modelos son simplificaciones, justificaciones; mandatos y excusas para no actuar. La incapacidad para apreciar los modelos mentales conspira en contra de los esfuerzos para alentar el pensamiento creativo. Los modelos profundamente arraigados pueden sofocar aún las mejores ideas.

La eficacia de un desarrollo “inteligente” se relaciona con la mejora de sus modelos, junto con la planificación y los escenarios. La habilidad para articular nuestros pensamientos acerca de temas complejos, es el motor encendido para asimilar diversas perspectivas y para ser enérgicas y abiertas a la vez.

Donald Schon del MIT (Massachusetts Institute of Technology USA) ha demostrado la importancia de la reflexión sobre el aprendizaje, lo que él denomina “reflexión en acción”: la capacidad para reflejar nuestro pensamiento mientras actuamos.

Aprender haciendo.

Para Aristóteles venimos al mundo con dones y potencias que sólo se desarrollan si hay problemas. Los desafíos hacen que los dones pasen de la potencia al acto. Aprender enfrentando.

Entonces ¿son las dificultades las que desarrollan nuestras capacidades y nuestra creación?
Sería bueno pensarlo… como si fuera una vuelta de tuerca a la incertidumbre, sin la pretensión de generar certezas, pero pisando terrenos firmes al aseverar que la creatividad es hija dilecta de la libertad, y tan solo por eso vale la pena el intento.

Faro invitado:  Adriana Chajet,

Eres Proactivo o Reactivo


"No puede uno ser señor de si mismo si primero no se comprende" Baltasar Gracián

Proactividad (dominio y control de ti mismo), reactividad (Falta de control de ti mismo)
La proactividad es la capacidad de ocuparse de sí mismo, generando energía positiva, de tomar desiciones bien pensadas y razonadas para que la conducta esté en consonancia con tus pensamientos y no dependan de circunstancias externas, desestabilizadoras, preocupaciones, miedos, chantajes, etc.

Las personas proactivas se ocupan no se preocupan. Reducen el círculo de preocupaciones y aumentan al máximo su circulo de influencia. Sus acciones van orientadas a la fortaleza interior, a potenciar sus cualidades generando decisiones autónomas,seguras y capaces de regir su propio destino.

Viven de dentro hacia afuera (Gran contenido interior)

Las personas proactivas tienen una gran capacidad de resiliencia y aunque se vean influidas y afectadas por las circunstancias externas más o menos adversas, siempre saben reaccionar de forma pensada , conciente, prudente y madura. Saben enfriarse y controlarse ante las provocaciones y aplican su capacidad extraordinaria de reflexión serena y de observación tranquila, dando tiempo al tiempo.

"El tiempo calma la ira", Tito Livio

Por el contrario las personas reactivas, no saben dar tiempo al tiempo, reaccionan de manera primaria e impulsiva y su conducta no está en función de sus propias decisiones, sino de las circunstancias , los acontecimientos externos y los demás, que son quienes le controlan.

Se preocupan por todo y se les dificulta ocuparse de algo con serenidad, atención y calma. Se descargan y descargan a los demás de la energía positiva.

Su círculo de preocupaciones es muy superior al circulo de influencia, porque predominan las angustias, las tensiones, las frustraciones, los agobios, las emociones y los pensamientos negativos.

Tienen dificultad para elegir y tomar decisiones, son inmaduras y derrotistas.

Viven de fuera hacia dentro (Con poco contenido interior)

No se sienten dueñas de si mismas y de su propio destino. Construyen su vida personal, familiar y social dependiendo de las opiniones y conductas de los demás.

Depende de ti que dejes de ser reactivo y te propongas a ser proactivo, la única forma de conseguir tus objetivos y metas

Faro invitado: Bernabé Tierno

lunes, 11 de abril de 2011

Aprendiendo a aprender



El aprendizaje es un proceso en el cual se crea conocimiento a través de la transformación de la experiencia.”
 
Todas las personas iniciamos el proceso de aprendizaje de forma diferente y para aprender a través de la experiencia debemos cerrar el ciclo es decir: Sentir, Observar, Pensar y hacer.
 
El ciclo de aprendizaje

1.- Comparar con la realidad
2.- identificar problemas
3.- Seleccionar problemas
4.- Considerar alternativas de solución
5.- Evaluar las consecuencias de la solución
6.- Seleccionar una solución
7.- Ejecutar la solución
8.- Elegir un modelo o meta

Aprender sintiendo (Experiencia concreta)

• Aprendizaje ilimitado
• Confianza en las emociones
• Experimentación de la situación específica a medida que transcurre
• Interés en el ‘lado humano’ (sentimientos y personas)
• Intuición
• Capacidad de dar la opinión en situaciones desestructuradas
• Poca teoría y ciencia

Aprender observando (Observación reflexiva)

• Comprensión de ideas y situaciones desde diferentes perspectivas
• Tiempo en reflexionar sobre la realidad
• Recopilación de información desde diferentes fuentes
• Visión de la situación desde una perspectiva imparcial
• Observación de las reacciones de los demás

Aprender pensando (Conceptualización abstracta)

• Uso de la lógica y la teoría
• Planificación sistémica
• Aprendizaje a través de una perspectiva analítica y científica
• Uso de números y símbolos para llegar a la solución más lógica y racional
• Preferencia por situaciones laborales con políticas y normas claras

Aprender Haciendo (Experimentación activa)

• Interés en hacer y cambiar cosas y en influir en la gente a través de la acción
• Más preocupación por la acción en sí misma que por su enfoque
• Experimentación con maneras alternativas de llegar a un mismo objetivo
• Pragmatismo en el trabajo pero con disposición a tomar riesgos

El gran reto de las personas y las empresas es conocer la forma como aprendemos y considero que hoy en la era del conocimiento, Las empresas que sobrevivan son las empresas que aprendan más rápido.

sábado, 9 de abril de 2011

Creamos nuestra realidad



La física cuántica confirma que creamos nuestra realidad

La física moderna dice “tú si puedes” 
Por: Rafapal

Durante décadas, los poderes de la mente han sido cuestiones asociadas al mundo “esotérico”, cosas de locos. La mayor parte de la gente desconoce que la mecánica cuántica, es decir, el modelo teórico y práctico dominante hoy día en el ámbito de la ciencia, ha demostrado la interrelación entre el pensamiento y la realidad. Que cuando creemos que podemos, en realidad, podemos. Sorprendentes experimentos en los laboratorios más adelantados del mundo corroboran esta creencia.

El estudio sobre el cerebro ha avanzado mucho en las últimas décadas mediante las “tomografías”. Conectando electrodos a este órgano, se determina donde se produce cada una de las actividades de la mente. La fórmula es bien sencilla: se mide la actividad eléctrica mientras se produce una actividad mental, ya sea racional, como emocional, espiritual o sentimental y así se sabe a qué área corresponde esa facultad.

Estos experimentos en neurología han comprobado algo aparentemente descabellado: cuando vemos un determinado objeto aparece actividad en ciertas partes de nuestro cerebro… pero cuando se exhorta al sujeto a que cierre los ojos y lo imagine, la actividad cerebral es ¡idéntica! Entonces, si el cerebro refleja la misma actividad cuando “ve” que cuando “siente”, llega la gran pregunta: ¿cuál es la Realidad? “La solución es que el cerebro no hace diferencias entre lo que ve y lo que imagina porque las mismas redes neuronales están implicadas; para el cerebro, es tan real lo que ve como lo que siente”, afirma el bioquímico y doctor en medicina quiropráctica, Joe Dispenza en el libro “¿y tú qué sabes?”. En otras palabras, que fabricamos nuestra realidad desde la forma en que procesamos nuestras experiencias, es decir, mediante nuestras emociones.

La farmacia del cerebro

En un pequeño órgano llamado hipotálamo se fabrican las respuestas emocionales. Allí, en nuestro cerebro, se encuentra la mayor farmacia que existe, donde se crean unas partículas llamadas “péptidos”, pequeñas secuencias de aminoácidos que, combinadas, crean las neurohormonas o neuropéptidos. Ellas son las responsables de las emociones que sentimos diariamente. Según John Hagelin, profesor de física y director del Instituto para la ciencia, la tecnología y la política pública de la Universidad Maharishi, dedicado al desarrollo de teorías del campo unificado cuántico: “hay química para la rabia, para la felicidad, para el sufrimiento, la envidia…”

En el momento en que sentimos una determinada emoción, el hipotálamo descarga esos péptidos, liberándolos a través de la glándula pituitaria hasta la sangre, que conectará con las células que tienen esos receptores en el exterior. El cerebro actúa como una tormenta que descarga los pensamientos a través de la fisura sináptica. Nadie ha visto nunca un pensamiento, ni siquiera en los más avanzados laboratorios, pero lo que sí se ve es la tormenta eléctrica que provoca cada mentalismo, conectando las neuronas a través de las “fisuras sinápticas”.

Cada célula tiene miles de receptores rodeando su superficie, como abriéndose a esas experiencias emocionales. Candance Pert, poseedora de patentes sobre péptidos modificados y profesora en la universidad de medicina de Georgetown, lo explica así: “Cada célula es un pequeño hogar de conciencia. Una entrada de un neuropéptido en una célula equivale a una descarga de bioquímicos que pueden llegar a modificar el núcleo de la célula”.

Nuestro cerebro crea estos neuropéptidos y nuestras células son las que se acostumbran a “recibir” cada una de las emociones: ira, angustia, alegría, envidia, generosidad, pesimismo, optimismo… Al acostumbrarse a ellas, se crean hábitos de pensamiento. A través de los millones de terminaciones sinápticas, nuestro cerebro está continuamente recreándose; un pensamiento o emoción crea una nueva conexión, que se refuerza cuando pensamos o sentimos “algo” en repetidas ocasiones. Así es como una persona asocia una determinada situación con una emoción: una mala experiencia en un ascensor, como quedarse encerrado, puede hacer que el objeto “ascensor” se asocie al temor a quedarse encerrado. Si no se interrumpe esa asociación, nuestro cerebro podría relacionar ese pensamiento-objeto con esa emoción y reforzar esa conexión, conocida en el ámbito de la psicología como “fobia” o “miedo”.

Todos los hábitos y adicciones operan con la misma mecánica. Un miedo (a no dormir, a hablar en público, a enamorarse) puede hacer que recurramos a una pastilla, una droga o un tipo de pensamiento nocivo. El objetivo inconsciente es “engañar” a nuestras células con otra emoción diferente, generalmente, algo que nos excite, “distrayéndonos” del miedo. De esta manera, cada vez que volvamos a esa situación, el miedo nos conectará, inevitablemente, con la “solución”, es decir, con la adicción. Detrás de cada adicción (drogas, personas, bebida, juego, sexo, televisión) hay pues un miedo insertado en la memoria celular.

La buena noticia es que, en cuanto rompemos ese círculo vicioso, en cuanto quebramos esa conexión, el cerebro crea otro puente entre neuronas que es el “pasaje a la liberación”. Porque, como ha demostrado el Instituto Tecnológico de Massachussets en sus investigaciones con lamas budistas en estado de meditación, nuestro cerebro está permanentemente rehaciéndose, incluso, en la ancianidad. Por ello, se puede desaprender y reaprender nuevas formas de vivir las emociones.

Mente creadora

Los experimentos en el campo de las partículas elementales han llevado a los científicos a reconocer que la mente es capaz de crear. En palabras de Amit Goswani, profesor de física en la universidad de Oregón, el comportamiento de las micropartículas cambia dependiendo de lo que hace el observador: “cuando el observador mira, se comporta como una onda, cuando no lo hace, como una partícula”. Ello quiere decir que las expectativas del observador influyen en la Realidad de los laboratorios… y cada uno de nosotros está compuestos de millones de átomos.

Traducido al ámbito de la vida diaria, esto nos llevaría a que nuestra Realidad es, hasta cierto punto, producto de nuestras propias expectativas. Si una partícula (la mínima parte de materia que nos compone) puede comportarse como materia o como onda… Nosotros podemos hacer lo mismo.

La realidad molecular

Los sorprendentes experimentos del científico japonés Masaru Emoto con las moléculas de agua han abierto una increíble puerta a la posibilidad de que nuestra mente sea capaz de crear la Realidad. “Armado” de un potente microscopio electrónico con una diminuta cámara, Emoto fotografió las moléculas procedentes de aguas contaminadas y de manantial. Las metió en una cámara frigorífica para que se helaran y así, consiguió fotografiarlas. Lo que encontró fue que las aguas puras creaban cristales de una belleza inconmensurable, mientras que las sucias, sólo provocaban caos. Más tarde, procedió a colocar palabras como “Amor” o “Te odio”, encontrando un efecto similar: el amor provocaba formas moleculares bellas mientras que el odio, generaba caos.

Por último, probó a colocar música relajante, música folk y música thrash metal, con el resultado del caos que se pudieron ver en las fotografías.

La explicación biológica a este fenómeno es que los átomos que componen las moléculas (en este caso, los dos pequeños de Hidrógeno y uno grande de Oxígeno) se pueden ordenar de diferentes maneras: armoniosa o caóticamente. Si tenemos en cuenta que el 80% de nuestro cuerpo es agua, entenderemos cómo nuestras emociones, nuestras palabras y hasta la música que escuchamos, influyen en que nuestra realidad sea más o menos armoniosa. Nuestra estructura interna está reaccionando a todos los estímulos exteriores, reorganizando los átomos de las moléculas.

El valioso vacío atómico

Aunque ya los filósofos griegos especularon con su existencia, el átomo es una realidad científica desde principios de siglo XX. La física atómica dio paso a la teoría de la relatividad y de ahí, a la física cuántica. En las escuelas de todo el mundo se enseña hoy día que el átomo está compuesto de partículas de signo positivo (protones) y neutras (neutrones) en su núcleo y de signo negativo (electrones) girando a su alrededor. Su organización recuerda extraordinariamente a la del Universo, unos electrones (planetas) girando alrededor de un sol o núcleo (protones y neutrones). Lo que la mayoría desconocíamos es que la materia de la que se componen los átomos es prácticamente inexistente. En palabras de William Tyler, profesor emérito de ingeniería y ciencia de la materia en la universidad de Stanford, “la materia no es estática y predecible. Dentro de los átomos y moléculas, las partículas ocupan un lugar insignificante: el resto es vacío”.
En otras palabras, que el átomo no es una realidad terminada sino mucho más maleable de lo que pensábamos. El físico Amit Goswani es rotundo: “Heinsenberg, el codescubridor de la mecánica cuántica, fue muy claro al respecto; los átomos no son cosas, son TENDENCIAS. Así que, en lugar de pensar en átomos como cosas, tienes que pensar en posibilidades, posibilidades de la consciencia. La física cuántica solo calcula posibilidades, así que la pregunta viene rápidamente a nuestras mentes, ¿quién elige de entre esas posibilidades para que se produzca mi experiencia actual? La respuesta de la física cuántica es rotunda: La conciencia está envuelta, el observador no puede ser ignorado”.

¿Qué realidad prefieres?

El ya famoso experimento con la molécula de fullerano del doctor Anton Zeillinger, en la Universidad de Viena, testificó que los átomos de la molécula de fullerano (estructura atómica que tiene 60 átomos de cárbón) eran capaces de pasar por dos agujeros simultáneamente. Este experimento “de ciencia ficción” se realiza hoy día con normalidad en laboratorios de todo el mundo con partículas que han llegado a ser fotografiadas. La realidad de la bilocación, es decir, que “algo” pueda estar en dos lugares al mismo tiempo, es algo ya de dominio público, al menos en el ámbito de la ciencia más innovadora. Jeffrey Satinover, ex presidente de la fundación Jung de la universidad de Harvard y autor de libros como “El cerebro cuántico” y “El ser vacío”, lo explica así: “ahora mismo, puedes ver en numerosos laboratorios de Estados Unidos, objetos suficientemente grandes para el ojo humano, que están en dos lugares al mismo tiempo, e incluso se les puede sacar fotografías. Yo creo que mucha gente pensará que los científicos nos hemos vuelto locos, pero la realidad es así, y es algo que todavía no podemos explicar”.

Quizás porque algunos piensen que la gente “de a pie” no va a comprender estos experimentos, los científicos todavía no han conseguido alertar a la población de las magníficas implicaciones que eso conlleva para nuestras vidas, aunque las teorías anejas sí forman parte ya del dominio de la ciencia divulgativa.

Seguramente la teoría de los universos paralelos, origen de la de la “superposición cuántica”, es la que ha conseguido llegar mejor al gran público. Lo que viene a decir es que la Realidad es un número “n” de ondas que conviven en el espacio-tiempo como posibilidades, hasta que UNA se convierte en Real: eso será lo que vivimos. Somos nosotros quienes nos ocupamos, con nuestras elecciones y, sobre todo, con nuestros pensamientos (“yo sí puedo”, “yo no puedo”) de encerrarnos en una realidad limitada y negativa o en la consecución de aquellas cosas que soñamos. En otras palabras, la física moderna nos dice que podemos alcanzar todo aquello que ansiamos (dentro de ese abanico de posibilidades-ondas, claro).

En realidad, los descubrimientos de la física cuántica vienen siendo experimentados por seres humanos desde hace milenios, concretamente, en el ámbito de la espiritualidad. Según el investigador de los manuscritos del Mar Muerto, Greg Braden, los antiguos esenios (la comunidad espiritual a la que, dicen, perteneció Jesucristo) tenían una manera de orar muy diferente a la actual. En su libro “El efecto Isaías: descodificando la perdida ciencia de al oración y la plegaria”, Braden asegura que su manera de rezar era muy diferente a la que los cristianos adoptarían. En lugar de pedir a Dios “algo”, los esenios visualizaban que aquello que pedían ya se había cumplido, una técnica calcada de la que hoy se utiliza en el deporte de alta competición, sin ir más lejos. Seguramente, muchos han visto en los campeonatos de atletismo cómo los saltadores de altura o pértiga realizan ejercicios de simulación del salto: interiormente se visualizan a sí mismos, ni más ni menos que realizando la proeza. Esta técnica procede del ámbito de la psicología deportiva, que ha desarrollado técnicas a su vez recogidas del acervo de las filosofías orientales. La moderna Programación Neurolingüística, usada en el ámbito de la publicidad, las relaciones públicas y de la empresa en general, coincide en recurrir al tiempo presente y a la afirmación como vehículo para la consecución de los logros. La palabra sería un paso más adelante en la creación de la Realidad, por lo que tenemos que tener cuidado con aquello que decimos pues, de alguna manera, estamos atrayendo esa realidad.

La búsqueda científica del alma

En las últimas décadas, los experimentos en el campo de la neurología han ido encaminados a encontrar donde reside la conciencia. Fred Alan Wolf, doctor en física por la universidad UCLA, filósofo, conferenciante y escritor lo explica así en “¿Y tú qué sabes?” de la que se espera la segunda parte en pocos meses: “Los científicos hemos tratado de encontrar al observador, de encontrar la respuesta a quién está al mando del cerebro: sí, hemos ido a cada uno de los escondrijos del cerebro a encontrar el observador y no lo hemos hallado; no hemos encontrado a nadie dentro del cerebro, nadie en las regiones corticales del cerebro pero todos tenemos esa sensacion de ser el observador”. En palabras de este científico, las puertas para la existencia del alma están abiertas de par en par: “Sabemos lo que el observador hace pero no sabemos quién o qué cosa es el observador”.

Hoy recuperadas por la física cuántica, muchas de estas afirmaciones eran conocidas en la Antigüedad, como en el caso del “Catecismo de la química superior”, de Karl von Eckartshausen. 

1.- Nuestro cerebro: un ordenador que procesa información
A cada segundo, en una vida como la moderna llena de estímulos: nos bombardean enormes cantidades de información. El cerebro solo procesa una mínima cantidad de ella: 400 mil millones de bits de información por segundo. Los estudios científicos han demostrado que sólo somos conscientes de 2.000 mil de esos bits, referidos al medio ambiente, el tiempo y nuestro cuerpo. Así pues, lo que consideramos la Realidad, es decir, aquello que vivimos, es sólo una mínima parte de lo que en realidad está ocurriendo.

¿Cómo se filtra toda esa información?

A través de nuestras creencias: El modelo de lo que creemos acerca del mundo, se construye desde lo que sentimos en nuestro interior y de nuestras ideas. Cada información que recibimos del exterior se procesa desde las experiencias que hemos tenido y nuestra respuesta emocional procede de estas memorias. Por eso, los malos recuerdos nos impulsan a caer en los mismos errores.

2.-  Cómo romper con esos malos hábitos del pensamiento
El cerebro crea esas redes a partir de la memoria: ideas, sentimientos, emociones. Cada asociación de ideas o hechos, incuba un pensamiento o recuerdo en forma de conexión neuronal, que desemboca en recuerdos por medio de la memoria asociativa. A una sensación o emoción similar, reaparecerá ese recuerdo en forma de idea o pensamiento. Hay gente que conecta “amor” con “decepción” o “engaño”, así que cuando vaya a sentir amor, la red neuronal conectará con la emoción correspondiente a cómo se sintió la última vez que lo sintió: ira, dolor, rabia, etc. Según Joe Dispenza “si practicamos una determinada respuesta emocional, esa conexión sináptica se refuerza y se refuerza. Cuando aprendemos a “observar” nuestras reacciones y no actuamos de manera automática, ese modelo se rompe”. Así pues, aprender a “ver” esas asociaciones es la mejor manera de evitar que se repitan: la llave es la consciencia.

3.- La mecánica de la erección
La mejor metáfora del pensamiento creador es el miembro masculino. Una sola fantasía sexual, es decir, un pensamiento erótico, es capaz de producir una erección, con toda la variedad de glándulas endocrinas y hormonas que participan en ello. Nada hay fuera de la mente del hombre pero, sin embargo, se produce un torbellino hormonal que desemboca en un hecho físico palpable. En el lado femenino, también el poder del pensamiento asociado al erotismo se convierte a menudo en hechos físicos, demostrando la capacidad del pensamiento para crear situaciones placenteras… o adictivas. Los más firmes defensores del poder de la visualización llegan a proponer que se puede obtener a través de ella casi todo lo que deseamos.

Faro invitado: http://www.rafapal.com/