martes, 12 de abril de 2011

Pensamiento creativo y los modelos mentales

 
El pensamiento creativo es la generación de nuevas ideas o conceptos, o de nuevas asociaciones entre ideas y conceptos conocidos, que habitualmente producen soluciones originales.

El proceso de creación surge siempre de una pregunta, de un conflicto vagamente sentido, de un problema no declarado que se anuncia.

“Galileo formuló el problema de la medición de la velocidad de la luz, pero no lo resolvió. La formulación de un problema es frecuentemente más esencial que su solución, que puede ser tan sólo un asunto de destreza matemática o experimental. Plantearse nuevas cuestiones, nuevas posibilidades, ver viejos problemas desde un nuevo ángulo, requiere una imaginación creadora y marca un avance real en la ciencia”. Albert Einstein. 1938.

A través de un largo proceso evolutivo, la especie humana despegó, al tener un cerebro capacitado para interrogarse, pudo plantearse problemas así como también, ir en búsqueda de respuestas y soluciones. Y el “progreso” no se detiene… Y las mujeres, propiciadas por nuestra especial sensibilidad, no claudicamos en ese afán.

Crear es pensar. Considero que eso es la creatividad; una forma de pensar que lleva implícita siempre una querencia por algo: un proyecto, un trabajo específico, un estudio; el desear algo se nutre de una sólida motivación intrínseca que sustenta el trabajo de la constancia y la perseverancia ante el fracaso.

Pensamiento y motivación, dos procesos psicológicos que contemplan aquellos procesos cuya contribución se ha demostrado como necesaria para la creatividad. El proceso de creación comienza con una actitud abierta a los problemas, una disposición a encararlos, lo que llamamos “una sensibilidad a los problemas”.

En todo proceso creativo, existen procesos mentales de alto orden, funciones selectivas y reguladoras que dirigen la actividad del pensamiento, que actúan planificando, dirigiendo y evaluando la propia solución de problemas.

Proceso creativo: Componentes que intervienen en tres momentos sucesivos:

 1. Reconocimiento de la existencia de un problema
 2. Definición del problema
 3. Formulación de una estrategia y representación mental para su solución.

Pero, así como es sensible a los problemas, el ser humano es complejo y construye con fuerza un modelo mental, que opaca y desluce el pensamiento y muchas veces lo anula impidiendo, por ende, crear.

Porque Fracasan las Mejores Ideas

Muchas nuevas ideas y proyectos no se llevan a la práctica porque chocan con profundas imágenes, modos familiares, mandatos ancestrales infiltrados que nos limitan el pensar y el actuar. La deconstrucción de esos modelos mentales promete ser una decisiva innovación en el deseo de una vida más plena.

En la mente llevamos imágenes supuestos e historias. Los filósofos han comentado los modelos mentales durante siglos, desde la alegoría de la caverna de Platón. “El traje nuevo del emperador” es un cuento clásico que no trata sobre la fatuidad de la gente sino sobre los modelos mentales que la aprisionan. La imagen de la dignidad del monarca les impedía ver en realidad su desnudez.

“Nuestros modelos mentales no sólo determinan el modo de interpretar el mundo, sino el modo de actuar”, escribe Howard Gardner

Ahora bien, ¿por qué los modelos mentales son tan poderosos para afectar lo que hacemos? En parte porque afectan lo que vemos y pensamos. Dos personas con diferentes modelos mentales pueden observar el mismo acontecimiento y describirlo de manera distinta porque han observado detalles distintos.

El problema de los modelos no radica en que sean atinados o erróneos. Los modelos son simplificaciones, justificaciones; mandatos y excusas para no actuar. La incapacidad para apreciar los modelos mentales conspira en contra de los esfuerzos para alentar el pensamiento creativo. Los modelos profundamente arraigados pueden sofocar aún las mejores ideas.

La eficacia de un desarrollo “inteligente” se relaciona con la mejora de sus modelos, junto con la planificación y los escenarios. La habilidad para articular nuestros pensamientos acerca de temas complejos, es el motor encendido para asimilar diversas perspectivas y para ser enérgicas y abiertas a la vez.

Donald Schon del MIT (Massachusetts Institute of Technology USA) ha demostrado la importancia de la reflexión sobre el aprendizaje, lo que él denomina “reflexión en acción”: la capacidad para reflejar nuestro pensamiento mientras actuamos.

Aprender haciendo.

Para Aristóteles venimos al mundo con dones y potencias que sólo se desarrollan si hay problemas. Los desafíos hacen que los dones pasen de la potencia al acto. Aprender enfrentando.

Entonces ¿son las dificultades las que desarrollan nuestras capacidades y nuestra creación?
Sería bueno pensarlo… como si fuera una vuelta de tuerca a la incertidumbre, sin la pretensión de generar certezas, pero pisando terrenos firmes al aseverar que la creatividad es hija dilecta de la libertad, y tan solo por eso vale la pena el intento.

Faro invitado:  Adriana Chajet,

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