lunes, 28 de noviembre de 2011

El Autoliderazgo y la motivación en el tiempo


Mejorar, desarrollarse , aprender (una transformación personal constante), se consigue con pequeños cambios que requieren que encendamos en nuestro interior el motor del autoliderazgo, hacer lo correcto correctamente, no es nada sencillo y en ocasiones necesitaremos la ayuda de los demás.

Autoliderazgo

- Generar confianza a través del ejemplo
- Mantener la palabra dada
- Sus acciones se ajustan a sus palabras
- Mantiene sus promesas
- Hacen lo que dijeron que haría

y tener un equilibrio entre tus pensamientos del pasado, del presente y del futuro, en momentos tendremos que tirar del pasado para fortalecernos, recordar nuestros logros y esto nos ayudará a conocer nuestras capacidades para poder enfrentar nuevos retos, la mayor parte del tiempo debemos enfocarnos en el presente y a través de la acción desarrollar los objetivos y metas que nos propongamos, y antes y después del ahora, del aquí. debemos soñar despiertos e imaginar el futuro, planificando lo que queremos que venga y observando lo que está por venir.

¿Ocuparnos vs Preocuparnos?

Ocupar: Tomar posesión, apoderarse, obtener, llenar un espacio o lugar, habitar, dar que hacer o que trabajar, emplearse en un trabajo ejercicio o tarea, asumir la responsabilidad de un asunto, encargarse de él.

Preocupar: Ocupar, anticipar, prevenir, dicho de algo que ha ocurrido o va a ocurrir, producir intranquilidad, temor, angustia, inquietud. Interesar a alguien de modo que sea difícil admitir o pensar en otra cosa. Estar interesado o encaprichado a favor o en contra de una persona, opinión o de otra cosa.

El pasado no lo podemos cambiar. Podemos ocuparnos de del presente para no estropear el futuro

¿Que te motiva el pasado, el presente o el futuro?

La motivación de las personas viene determinada por cuanto tiempo  le dedicamos al pasado al presente o al futuro

Las personas que se motivan por los recuerdos le dedican más tiempo al pasado
Las personas que se motivan por los sueños se dedican más tiempo al futuro
Las personas que se motivan por la realidad le dedican más tiempo al presente

Nos motiva el logro (La lucha por alcanzar la excelencia, la superación de uno/a mismo/a, Generar buenas relaciones con las personas y el poder o la influencia para el beneficio propio y para el beneficio de los demás.

En la lucha eterna por conocernos y liderarnos a nosotros mismos, es el mayor reto, es por donde comienza cualquier mejora o cambio y es una de las tres dimensiones del liderazgo (El personal o autoliderazgo, el liderazgo de equipo y por último el liderazgo organizacional)

domingo, 27 de noviembre de 2011

Gestión del cambio: ¿por qué las personas están dispuestas a cambiar en una situación y se resisten al cambio en otras situaciones?


Evidentemente todos no reaccionamos igual a los cambios, unas personas son capaces de anticiparse, otras cambian cuando la situación les alcanza y por último muchas se resisten a cambiar, en el siguiente articulo Peter Bregman describe las claves de como contrarrestar la resistencia al cambio 

- No es que la gente se resista al cambio, a lo que se resisten es a que se le imponga el cambio.
- El trabajo de un líder o gerente (y en estos días, quién no es un líder o gerente de una manera u otra) es simple: influir en las personas. Y hay una idea determinante que tenemos en nuestras cabezas que hace que este trabajo sea más fácil.

- Pero en lugar de romper la resistencia, la creamos. Las personas se resisten al control. En consecuencia, 70% de todas las iniciativas para introducir el cambio corporativo fracasan.
Cómo contrarrestar la resistencia al cambio

Por: Peter Bregman

Sentado al otro lado de la mesa de mi cliente más importante y exigente, enfrentaba un conflicto que requería un enfoque delicado y sofisticado si es que quería lograr el resultado que me había propuesto. Este cliente es lejos el negociador más listo que he enfrentado y su meta es ganar. La conversación fue algo como lo que sigue:

"Papá, ¿qué hay de postre?". En aquel entonces, Isabelle tenía seis años. La voluntad no era una de sus áreas que “necesitaba desarrollo”.

"Bueno, veamos… podrías comer una manzana o tal vez unas uvas".

"Yo quiero helado".

"No es una de las opciones, linda. ¿Qué prefieres, manzanas o uvas?".

"Helado".

La conversación siguió así unos minutos hasta que ella dijo, "si no hay helado, entonces quiero comer una banana".

"Bien", respondí, "no es una de las opciones, pero está bien. Yo te iré a buscar una".

"Gracias, papá", dijo ella, evidentemente feliz. ¿Estaba contenta de poder comer una banana o feliz de haber conseguido algo que no era una de las opciones que yo le había ofrecido?

Pero eso no importa porque mi meta no era doblegarla o mostrarle quién era el jefe. Lo que buscaba era un resultado muy específico y claro: nada más que inculcar en ella un hábito de comer sano para toda la vida. Quería que comiera fruta de postre y (ésta era la parte difícil) que se sintiera contenta al respecto.

Lograr que otra persona trabaje arduamente para lograr una meta que usted ha establecido –y no porque usted la esté obligando sino porque es lo que ella elige– es exactamente el desafío que los líderes enfrentan a diario en las organizaciones.

Y lograrlo hace una gran diferencia. Para el empleado es equivalente a la diferencia entre ser microgestionado y estar automotivado. Para la organización es la diferencia entre la resistencia pasiva y el alineamiento energizado. Y para usted, el líder, es la diferencia entre el agotamiento frustrante y la colaboración inspirada.

El trabajo de un líder o gerente (y en estos días, quién no es un líder o gerente de una manera u otra) es simple: influir en las personas. Y hay una idea determinante que tenemos en nuestras cabezas que hace que este trabajo sea más fácil.

Creemos que las personas se resisten al cambio.

Por ende, hacemos todo tipo de cosas para contrarrestar esa resistencia. Intentamos motivar o coaccionar a las personas para que cambien.

Pero en lugar de romper la resistencia, la creamos. Las personas se resisten al control. En consecuencia, 70% de todas las iniciativas para introducir el cambio corporativo fracasan. He aquí lo interesante: las personas eligen libremente hacer grandes cambios de vida todos los días. Nos cambiamos de casa, nos casamos, tenemos hijos, enfrentamos desafíos, aprendemos tecnologías nuevas, nos cambiamos de trabajo, y desarrollamos destrezas nuevas. No todos estos cambios son fáciles. Pero la mayor parte del tiempo nosotros mismos buscamos esos cambios y los hacemos con éxito.

Entonces, ¿por qué las personas están dispuestas a cambiar en una situación y se resisten al cambio en otras situaciones?

He aquí la respuesta: no es que la gente se resista al cambio, a lo que se resisten es a que se le imponga el cambio.

En sus vidas personales las personas normalmente hacen sus propias elecciones. Pero en las organizaciones se sienten coaccionadas. En consecuencia, usan el único poder que tienen para reconquistar el control: la resistencia.

¿Cómo evitar la resistencia? Dándoles el control. Permita que las personas tomen decisiones. Si usted les ofrece dos opciones (manzanas o uvas) y eligen una tercera (banana) usted tiene la oportunidad de cederles el control siempre y cuando su elección logra resultados que son aceptables para usted (fruta). En este caso la persona es dueña de su decisión y está contenta con ésta porque ella misma la tomó.

La clave esa cesión sea real. Si usted trata de engañar a las personas para que piensen que tienen el control cuando no es así usted, perderá la credibilidad. Lo que tiene que hacer es darles algo de control de verdad mientras usted también se queda con parte del control debido a que como gerente usted siempre es responsable del resultado.

 
He aquí tres pasos:
1.Defina el resultado que usted busca.
2.Sugiera un camino para llegar a él.

3.Permita que las personas rechacen el camino que usted ha elegido, siempre y cuando ellos busquen una ruta alternativa que llegue al mismo destino.

 
Por ejemplo, si usted quiere que los gerentes sostengan conversaciones sobre el desarrollo de la carrera con los empleados, proponga un método para que esas conversaciones se lleven a cabo. Si los gerentes no están de acuerdo, pregúnteles qué preferirían hacer, y cuando ofrezcan una idea alternativa, acéptela siempre y cuando logre que los empleados y los gerentes conversen entre sí.

Es lo mismo si usted está desplegando una tecnología, un proceso de ventas, una nueva práctica de recursos humanos, o (llene usted el espacio). No trate de vender el cambio o hallar "aprobación". En lugar de buscar un acuerdo, trate de lograr el desacuerdo. Eso le da la oportunidad a usted de permitir a las personas hagan los cambios, ahí mismo, e inmediatamente. Y así, ellos son responsables.

O digamos que usted necesita un equipo senior alineado, enfocado y colaborador, pero dos de miembros más prominentes del equipo al parecer no son capaces de trabajar juntos. Reúnase con ellos en una sala y explíqueles cuál es el impacto negativo que ellos están teniendo en la empresa. Luego, pregúnteles qué quieren hacer al respecto.

Ayer, Isabelle (ahora con siete años) estaba molesta por algo que hizo su amiga en la escuela. Me pidió que hablara con la mamá de su amiga. No le dije inmediatamente que no lo haría, aunque sabía claramente que no lo iba a hacer.

El resultado que yo quiero es que desarrolle confianza en su capacidad para resolver sus propios problemas y que se sienta apoyada por mí. Le pregunté qué quería que yo le dijera a la madre de su amiga. Me lo dijo, y le ofrecí dos opciones: ella podía decírselo a su amiga o podía decírselo a la madre de su amiga. No le gustaron esas opciones por lo cual finalmente optó por una banana: se lo diría a su amiga y a la madre de su amiga al mismo tiempo, pero tomada de mi mano.

A veces una banana es el postre más dulce que hay

Fuente: Hbral/Blogs

viernes, 25 de noviembre de 2011

Buscando a Confucio









Confucio 5/5

Confucio (28 de septiembre de 551 a. C. - 479 a. C.) fue un filósofo chino, creador del confucianismo y una de las figuras más influyentes de la historia china. Las enseñanzas de Confucio han llegado a nuestros días gracias a las Analectas, que contienen algunas de las discusiones que mantuvo con sus discípulos. Su pensamiento fue introducido en Europa por el jesuíta Matteo Ricci, que fue la primera persona en latinizar el nombre como "Confucio".

Confucio 1/5
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Confucio (28 de septiembre de 551 a. C. - 479 a. C.) fue un filósofo chino, creador del confucianismo y una de las figuras más influyentes de la historia china. Las enseñanzas de Confucio han llegado a nuestros días gracias a las Analectas, que contienen algunas de las discusiones que mantuvo con sus discípulos. Su pensamiento fue introducido en Europa por el jesuíta Matteo Ricci, que fue la primera persona en latinizar el nombre como "Confucio".

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Confucio (28 de septiembre de 551 a. C. - 479 a. C.) fue un filósofo chino, creador del confucianismo y una de las figuras más influyentes de la historia china. Las enseñanzas de Confucio han llegado a nuestros días gracias a las Analectas, que contienen algunas de las discusiones que mantuvo con sus discípulos. Su pensamiento fue introducido en Europa por el jesuíta Matteo Ricci, que fue la primera persona en latinizar el nombre como "Confucio".

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Confucio (28 de septiembre de 551 a. C. - 479 a. C.) fue un filósofo chino, creador del confucianismo y una de las figuras más influyentes de la historia china. Las enseñanzas de Confucio han llegado a nuestros días gracias a las Analectas, que contienen algunas de las discusiones que mantuvo con sus discípulos. Su pensamiento fue introducido en Europa por el jesuíta Matteo Ricci, que fue la primera persona en latinizar el nombre como "Confucio".

Confucio 1/5

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Confucio (28 de septiembre de 551 a. C. - 479 a. C.) fue un filósofo chino, creador del confucianismo y una de las figuras más influyentes de la historia china. Las enseñanzas de Confucio han llegado a nuestros días gracias a las Analectas, que contienen algunas de las discusiones que mantuvo con sus discípulos. Su pensamiento fue introducido en Europa por el jesuíta Matteo Ricci, que fue la primera persona en latinizar el nombre como "Confucio". 

jueves, 17 de noviembre de 2011

Desarrollo Personal: Llegó el momento de pasar a la acción y salir de la rutina cuanto antes.


Empuja la vaquita

Un maestro samurai paseaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre, y decidió hacer una breve visita al lugar. Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de realizar visitas, conocer personas y las oportunidades de aprendizaje que obtenemos de estas experiencias. Llegando al lugar constató la pobreza del sitio: los habitantes, una pareja y tres hijos, vestidos con ropas sucias, rasgadas y sin calzado; la casa, poco más que un cobertizo de madera... 
Se aproximó al señor, aparentemente el padre de familia y le preguntó: “En este lugar donde no existen posibilidades de trabajo ni puntos de comercio tampoco, ¿cómo hacen para sobrevivir? El señor respondió: “amigo mío, nosotros tenemos una vaquita que da varios litros de leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o lo cambiamos por otros géneros alimenticios en la ciudad vecina y con la otra parte producimos queso, cuajada, etc., para nuestro consumo. Así es como vamos sobreviviendo.” 
El sabio agradeció la información, contempló el lugar por un momento, se despidió y se fue. A mitad de camino, se volvió hacia su discípulo y le ordenó: “Busca la vaquita, llévala al precipicio que hay allá enfrente y empújala por el barranco.”
El joven, espantado, miró al maestro y le respondió que la vaquita era el único medio de subsistencia de aquella familia. El maestro permaneció en silencio y el discípulo cabizbajo fue a cumplir la orden.
Empujó la vaquita por el precipicio y la vio morir. Aquella escena quedó grabada en la memoria de aquel joven durante muchos años.
 Un bello día, el joven agobiado por la culpa decidió abandonar todo lo que había aprendido y regresar a aquel lugar. Quería confesar a la familia lo que había sucedido, pedirles perdón y ayudarlos. 
Así lo hizo. A medida que se aproximaba al lugar, veía todo muy bonito, árboles floridos, una bonita casa con un coche en la puerta y algunos niños jugando en el jardín. El joven se sintió triste y desesperado imaginando que aquella humilde familia hubiese tenido que vender el terreno para sobrevivir. Aceleró el paso y fue recibido por un hombre muy simpático. 
El joven preguntó por la familia que vivía allí hacia unos cuatro años. El señor le respondió que seguían viviendo allí. Espantado, el joven entró corriendo en la casa y confirmó que era la misma familia que visitó hacia algunos años con el maestro. 
Elogió el lugar y le preguntó al señor (el dueño de la vaquita): “¿Cómo hizo para mejorar este lugar y cambiar de vida?” El señor entusiasmado le respondió: “Nosotros teníamos una vaquita que cayó por el precipicio y murió. De ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos. Así alcanzamos el éxito que puedes ver ahora.” 
REFLEXIÓN
“Todos tenemos alguna vaquita que nos proporciona alguna cosa básica para nuestra supervivencia, pero que nos lleva a la rutina y nos hace dependientes de ella. Nuestro mundo se reduce a lo que la vaquita nos brinda.”
Si sabes cual es tu vaquita, no dudes en tirarla por el precipicio. Llegó el momento de pasar a la acción y salir de la rutina cuanto antes.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Desarrollo Personal: Concentrémonos en nuestras virtudes


Asamblea en la carpintería

Hubo en la carpintería una extraña asamblea; las herramientas se reunieron para arreglar sus diferencias. El martillo fue el primero en ejercer la presidencia, pero la asamblea le notificó que debía renunciar. ¿La causa? Hacía demasiado ruido, y se pasaba el tiempo golpeando.

El martillo reconoció su culpa, pero pidió que fuera expulsado el tornillo: había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.

El tornillo aceptó su retiro, pero a su vez pidió la expulsión de la lija: era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.

La lija estuvo de acuerdo, con la condición de que fuera expulsado el metro, pues se la pasaba midiendo a los demás, como si él fuera perfecto.

En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo, utilizando alternativamente el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Al final, el trozo de madera se había convertido en un lindo mueble.

Cuando la carpintería quedó sola otra vez, la asamblea reanudó la deliberación. Dijo el serrucho:

“Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestras flaquezas, y concentrémonos en nuestras virtudes”.

La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba solidez, la lija limaba asperezas y el metro era preciso y exacto. Se sintieron como un equipo capaz de producir hermosos muebles, y sus diferencias pasaron a segundo plano.

Cuando el personal de un equipo de trabajo suele buscar defectos en los demás, la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio, al tratar con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, florecen los mejores logros.

Es fácil encontrar defectos —cualquier necio puede hacerlo—, pero encontrar cualidades es una labor para los espíritus superiores que son capaces de inspirar el éxito de los demás.

Fuente: Solo fábulas

martes, 15 de noviembre de 2011

Desarrollo personal: Los dos halcones


Un rey recibió como obsequio dos pichones de halcón y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara. Pasando unos meses, el instructor comunicó al rey que uno de los halcones estaba perfectamente educado, pero que al otro no sabía que le sucedía, no se había movido de la rama desde el día de su llegada al palacio, a tal punto que había que llevarle el alimento hasta allí.

El rey mandó llamar a curanderos y sanadores de todo tipo, pero nadie pudo hacer volar el ave.

Encargó entonces la misión a miembros de la corte, pero nada sucedió.

Por la ventana de sus habitaciones, el monarca podía ver que el pájaro continuaba inmóvil. Publicó por fin un bando entre sus súbditos y, a la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente en los jardines.


"Traedme al autor de ese milagro", dijo. Enseguida le presentaron a un campesino.

"¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo lograste? ¿Eres mago, acaso?" Aquel hombre contestó:

"Alteza, lo único que tuve que hacer es cortar la rama. El pájaro se dio cuenta que tenía alas y tuvo que empezar a volar."

lunes, 14 de noviembre de 2011

El tiempo objetivo y subjetivo


"¿Qué es el tiempo?

Si nadie me lo pregunta lo sé; si me lo preguntan y quiero explicarlo, ya no lo sé". Así se expresaba San Agustín, el filósofo del siglo IV cuando comenzaba a abordar el problema del tiempo.

Aunque no sepamos definirlo, todos tenemos consciencia de él, todos vivenciamos su transcurrir, porque somos seres temporales, estamos hechos de tiempo.

Bergson, premio Nobel en 1940, distinguía entre:

-Un tiempo objetivo, que describe como falso, homogéneo y uniforme, es el que marca el reloj; y otro
-Un tiempo subjetivo, al que califica de verdadero y no uniforme, es el tiempo vivenciado.

Y en efecto, la vivencia del transcurso del tiempo no es en absoluto uniforme, como sí lo es la hora del reloj.

Todos podemos comprobar cómo hay horas que vuelan y otras que se nos hacen interminables. Cuando estamos inmersos en la cotidianidad de nuestros trabajos, estos se desarrollan en el mismo lugar y exigen de nuestra atención y concentración mantenida, las semanas pasan tan rápidamente que da vértigo. Una de las cosas que más me llamaba la atención en la época de estudiante era lo rápido que se pasaba el tiempo durante las prácticas de cualquier materia, entrabas a las ocho...y ya eran las tres.

También ahora me sorprendo de lo pronto que hierve la leche y se queman las tostadas cuando hago otras cosas al mismo tiempo, y lo que tardan cuando estoy exclusivamente en ello, a la espera y con prisas.

En el caso de las vacaciones  las podemos hacer muy largas, si tenemos en cuenta algunas de estas cosas sobre la temporalidad. Si quieres tener no uno, sino dos meses de vacaciones, conviene salir del todo de lo cotidiano y llevar a cabo un ocio activo y diverso. Hay que evitar por todos los medios caer en la rutina y para ello hay que planear actividades distintas para cada día. Se hacen más largas si no tomas el mes completo y las partes en dos o tres períodos. Y si puedes no permanezcas todo el tiempo en el mismo lugar, pasa unos días en la costa y otros en el interior. Viaja por lugares que no conoces, todo será nuevo, te llamará más la atención y vivirás más momentos. No olvides que el tiempo, el verdadero, es subjetivo y que de ti depende en gran medida. Puedes gastarlo haciendo pasatiempos o puedes aprovecharlo, llenarlo, vivirlo y dilatarlo —los místicos llegan en sus éxtasis a detenerlo-.

Mis circunstancias, Benito Peral, Yo Dona

domingo, 13 de noviembre de 2011

Desarrollo Personal: Proyecto de vida



Es necesario recordamos la importancia de fijar metas y proyectos en nuestra vida...

"Dicen los expertos que una de las condiciones para la madurez psicológica es tener un proyecto de vida estable. Una vida sana, hemos dicho muchas veces, se sustenta en una temporalidad de presente, pero, al mismo tiempo, ha de apuntar hacia el futuro, hacia una meta, hacia un horizonte, aunque éste sea en última instancia siempre inalcanzable.

Tener un proyecto de vida significa asumir responsabilidades, implicarse, comprometerse. Es lo contrario a tener la cabeza llena de pajaritos, de planes fantasiosos e irrealizables. En lo del compromiso podemos establecer grados, diferencias cuantitativas. El psicólogo Juan José García, establece con humor la diferencia entre estar implicado y comprometido: en un plato de huevos fritos la gallina está implicada, mientras que en un plato de jamón y chorizo el cerdo está comprometido. Gabriel Celaya, el poeta donostiarra, manifestaba la misma idea cuando decía que había que implicarse y más que implicarse, comprometerse, mojarse y, más que mojarse, había que mancharse.

La persona que carece de proyecto alguno se siente perdida y desubicada. Como un velero en medio del océano, sin rumbo fijo, sin cuaderno de bitácora y sin timón.

- Hay que fijarse un destino, una dirección, de nada sirve ir rápido o lento, lo prioritario es estar en la dirección correcta.

- Después desplegaremos el velamen que es la voluntad para que el viento, que es nuestra fuerza, nos empuje.

- Hay que fijarse un Norte, un destino al que llegar, 

- Probablemente convenga mirar de vez en cuando por el espejo retrovisor, no olvidar el pasado.

- La experiencia previa también es importante y conviene saber de dónde venimos.

Hay una imagen que no me resisto a plasmar, la de aquellos extraños pájaros borgianos que volaban hacia adelante pero como si nadaran de espaldas porque no querían perder de vista el lugar desde el que partieron.

El proyecto de vida debe favorecer el desarrollo de nuestro ser, facilitar nuestro crecimiento como personas, hacernos mejores. Una vida así es como una vela encendida que mientras se va gastando va llevando a cabo su fin, que es dar luz y calor a los que alumbra, una vela que mientras se va consumiendo se va consumando".

Mis circunstancias, Benito Peral, Yo Dona

sábado, 12 de noviembre de 2011

Desarrollo personal: Forjar el carácter, el león y la gacela


«Imaginen ustedes la escena…», decía pausadamente Fred Smith, al inicio de una conferencia en Tennessee (USA) hace unos años.»
Sitúense en la sabana africana, a orillas del lago Victoria, por ejemplo.
Por: Alfonso Aguiló
»Una gacela se despierta por la mañana, con la salida del sol, y piensa: “Hoy tengo que correr más que el más rápido de los leones, si no quiero acabar devorada por uno de ellos”.
»A pocos kilómetros de allí, se despierta también un león, e inicia su día pensando: “Si no quiero morir de hambre, hoy tengo que correr al menos un poco más que la más lenta de las gacelas”.
Smith hace una pausa más larga, y, dirigiéndose al auditorio, concluye:
»No sé si el papel de cada uno de ustedes en su vida es ahora el de león o de gacela. Pero, en cualquier caso, por favor, ¡corran!».
Aunque en aquel momento Smith se refería al fenómeno de la competencia en los mercados financieros, podemos aplicar esa imagen al esfuerzo por la mejora personal del carácter. En la vida de cualquier persona sucede algo semejante. Nos puede parecer que las circunstancias en que vivimos son duras, incluso crueles, como esa sabana africana en la que hay que estar siempre corriendo para lograr comer y no ser comido.
Ante esa coyuntura, tan real como la vida misma, podemos dedicarnos a pensar en el porqué de nuestra situación, o en la causa de todo lo que nos sucede, o en lo que sea…; y seguramente serán reflexiones positivas, pero lo que no podemos hacer, mientras, es dejar de correr.
¿Y eso no se contradice un poco con todo lo que has dicho antes sobre las sinergias y sobre la necesidad de superar los planteamientos innecesariamente competitivos?
Es preciso buscar sinergias, y superar los planteamientos innecesariamente competitivos, ciertamente, pero eso no quita que la vida suponga un reto permanente, que exige un esfuerzo y una exigencia constantes.
De hecho, la mayor parte de los fracasos humanos son causados por una precipitada cancelación del esfuerzo, porque uno admite demasiado pronto que no es capaz de resolver un problema, o que el problema no tiene solución.
En estos parrafos hemos tratado muchas cuestiones sobre las que quizá conviene reflexionar con hondura, porque son cosas importantes, necesarias, incluso decisivas. Pero lo que no podemos hacer es dedicarnos plácidamente a pensar en ellas y dejar de correr: o sea, no podemos dejar de poner esfuerzo en las cosas.
Hay que esforzarse, espabilar, correr…; tanto si pensamos estar en el papel del león (peleando por alcanzar un objetivo), como si nos vemos más bien en el puesto de la gacela (intentando evitar un desastre). La vida es así, qué le vamos a hacer.
Pero tampoco el león y la gacela pasan el día en una carrera continua…
En efecto, y por eso tampoco sería exacto decir que la vida es una simple y extenuante carrera, puesto que lo que importa no es simplemente ir más rápido o ganar más tiempo.
Lo que importa es nuestra capacidad de acertar en la diana.
Y es verdad que hay muchos periodos más tranquilos, de cierto respiro, de mayor calma, pero también hay otros momentos de largas carreras, en los que todo parece muy difícil, y podemos llegar a estar cansadísimos, y desanimarnos.
Son ocasiones en las que notamos el desgaste de un esfuerzo continuado en determinada dirección, y la tentación que nos acecha es muy sencilla: dejar de correr.
Cuando esto sucede, hemos de pensar que, como el león o como la gacela, es preciso seguir corriendo si es que queremos sobrevivir. En eso la vida no va a cambiar. Bueno, mejor dicho: cambiará si nos paramos, porque ese será el principio del fin.
Forjar con acierto el propio carácter no es una tarea fácil ni rápida. Sin embargo, es posible y asequible a cualquiera, y, sobre todo, es decisiva para el resultado de nuestra existencia.
Es preciso centrar nuestra vida en principios y valores acertados, pero después hay que cultivar con paciencia esa buena simiente, sin desfallecer.
Hay que irrumpir con decisión en esas zonas cómodas y oscuras de nuestra vida, donde buscan cobijo nuestros errores y debilidades, para arrancar de allí la maleza y lograr que no gane terreno en nuestra vida.
Si acometemos esa tarea con empeño, constancia y deportividad, en poco tiempo nos sorprenderemos del resultado.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Desarrollo personal: El fracaso es sólo un paso más, nunca el final


Tanto nadar para morir en la orilla, es una expresión que nos indica que el fracaso se da más en nuestra sociedad por abandonar nuestro objetivos que por errar en la estrategia para conseguirlos, por eso es importante en terminar lo que empezamos.

"Del fracaso se aprende 10 veces más. La victoria te da 10 minutos de paz, pero después te atonta. En la victoria hay que darse cuenta de las cosas que no van bien. Tengo muchos miedos e inseguridades, no me gustan las personas que van a solucionar la vida a todos. Quiero estar bien en mi microcosmos". Pep Guardiola

  • El primer paso: analizar el fracaso. Sus causas y la medida en que nos está afectando. Objetivo: abordar el problema racionalmente y buscar salidas airosas y viables.


  • El punto de partida: para conseguir los objetivos que nos proponemos hay que destinar a cada uno de ellos el tiempo y dedicación que merecen. Han de ser proporcionales a su importancia. Los fundamentales (estudio o trabajo, pareja y familia, amigos, aficiones, ...) requieren mucho empeño, no lo olvidemos.


  • Cuanto antes asumamos que no somos los mejores, los más guapos, los más listos, los más queridos por los demás, mejor nos irá. Adecuemos nuestro "yo ideal" a nuestro "yo real". Hagamos coincidir lo que soy con lo que quisiera pensar que soy. Viviremos más a gusto, con más equilibrio personal y madurez.


  • Aprendamos a aceptar lo conseguido en la vida como un logro, sin que ello suponga ceder en el empeño de mejorar. No todo han sido fracasos.


  • Reivindiquemos el derecho a fallar, a equivocarnos, como un derecho básico. El fracaso es un elemento más de la vida. Integrémoslo como algo natural, inherente al ser humano. Es mejor que cure pronto la herida, para volver a estar bien cuanto antes.


  • Y si no podemos luchar contra la sensación de fracaso, tampoco dramaticemos. Busquemos ayuda en los demás, en la familia, en amigos o en profesionales de las patologías de la mente humana. Seguro que podemos salir del bache. Y, luego, veremos este momento simplemente como uno más de nuestra vida.


  • Fuente: Revista Consumer

    El Fracaso es una experiencia, el fracasado el que renuncia


    Un fracasado es un hombre que ha cometido un error, pero que no es capaz de convertirlo en experiencia, Elbert Hubbard

    Los que renuncian son más numerosos que los que fracasan. Henry Ford

    Todo fracaso es el condimento que da sabor al éxito. Truman Capote

    El fracaso un gran tabú. Hay que convivir con él y seguir adelante

    En una sociedad, como la nuestra, que estimula la competitividad como "modus vivendi" y encumbra a los ganadores sin grandes miramientos al precio que han pagado por serlo, está fatal visto ser un perdedor.
    En realidad, ser "un fracasado" es un estigma, uno de los peores calificativos que podemos atribuir a una persona. Pero vayamos por partes. Ni la familia ni la escuela, ni mucho menos los medios de comunicación, nos han educado para asumir las derrotas y digerir los fracasos sin traumas que amputen nuestra capacidad de reacción o afecten gravemente a nuestro bienestar personal. Ese rechazo social del fracaso va configurando en nosotros un fuerte mecanismo defensivo, una dificultad a reconocer los fallos o nuestras propias limitaciones. Quizá esta incapacidad se deba a que entre los derechos humanos no se halla el de cometer errores y responsabilizarse de ellos.

    Sabemos que científicos e investigadores contemplan el error como un paso ineludible y valioso para poder avanzar. Y que todos aprendemos y nos hacemos adultos tras aplicar infinitas veces el binomio ensayo-error. Pero seguimos sin aceptar el fracaso. Y no se trata tan sólo de derrotas académicas, laborales, amorosas o deportivas. Nos podemos sentir frustrados en los más diversos aspectos de nuestra vida personal. En realidad, en casi todos.

    Son muchos, por ejemplo, los escolares que no acaban sus estudios, o que cursan carreras que no eligieron libremente. Otros no llegan a los niveles exigidos y se incluyen en los porcentajes del fracaso escolar. Muy pocas personas, por otra parte, realizan el trabajo que les gustaría. Los más se aburren enormemente cada día que pasa en la oficina, en la tienda o en el taller. Muchos se lamentan por no haber conseguido la posición social a la que aspiraban, y que otras personas conocidas, no más valiosas que nosotros, disfrutan. El paro, sin ir más lejos, genera una sensación de fracaso, de expectativas no cumplidas, que muchas personas no pueden soportar y que afecta muy negativamente a su autoestima.

    El campo de las relaciones interpersonales puede convertirse también en fuente de insatisfacciones. Tenemos pocos amigos, o no nos gustan los que tenemos, o no interesamos a quienes nos agradan. No es casualidad que proliferen los cursos para superar la timidez y cultivar las habilidades sociales.

    Por qué la sensación de fracaso.

    Tal vez la clave reside en la distancia que hay entre el "yo" y el "ideal del yo". Yo soy una cosa y creo ser otra bien distinta. Cada uno es, normalmente, un mal conocedor de sí mismo, de sus posibilidades reales. Y ello nos acarrea desilusiones porque no conseguimos lo que creíamos a nuestro alcance. Sólo cuando poseemos cierta madurez personal, se constata (con la inevitable amargura) que no somos los más inteligentes, ni los más guapos, ni los más importantes, ni los mejor aceptados socialmente.
    Sólo con la serenidad que dan los años, y con la sensatez de quien asume que el fracaso es un elemento más en la vida, se puede llegar a la convicción de que somos "del montón". Pero seguimos siendo seres humanos, únicos e irrepetibles, que merecemos todos los respetos y toda la felicidad de mundo. Ahora bien, no somos importantes más que para unos pocos. Nos damos cuenta de que el éxito deslumbrante, tal como lo presentan los medios de comunicación, es patrimonio de muy pocos. A pesar de ello, tendemos equivocadamente a tener a estos tótem mediáticos como punto de referencia. Pero nosotros somos normales y corrientes, y hemos de acostumbrarnos a ello.
    Mejorar, económicamente y como personas, es un aliciente en la vida, pero conviene establecerse metas que estén a nuestro alcance. Para ello, hemos de conocernos muy bien. Y, si somos ambiciosos, seamos coherentes, y pongamos toda la leña en el asador. Así, al menos, lo habremos intentado.

    Los motivos del fracaso.

    El sentimiento de fracaso puede producirse porque los objetivos eran inalcanzables, porque lo hemos hecho mal, por mala suerte o porque hemos conseguido metas distintas de las previstas. Hay, de cualquier modo, dos tipos de personas con una acusada tendencia a sentirse fracasados. Por un lado, están quienes albergan una idea muy pobre de sí mismos: nada de lo que obtienen les parece importante, y casi todo lo que hacen les parece una derrota. Son los perdedores natos.
    En parte, porque así lo han decidido más o menos conscientemente. O porque el halo romántico que envuelve a los perdedores (uno de los más reconocibles mitos del cine y la literatura), les reporta el beneficio de la compasión ajena y una cierta estética de indiferencia hacia las cosas terrenales que preocupan a los demás, a los comunes.
    Los otros eternamente fracasados son los perfeccionistas : extremadamente escrupulosos, piensan que nunca hacen las cosas de forma suficientemente irreprochable. Esto les lleva a vivir con la amargura de que su vida es una permanente obra inacabada, un cúmulo de imperfecciones, impropio de quien aspira a hacerlo todo perfecto.

    Cada cosa requiere su tiempo.

    Centrarse ciegamente en el logro de algunos objetivos hace que aunque los consigamos, ello vaya en detrimento de otros, igualmente trascendentales, a los que no les dedicamos el tiempo y energía que requieren. Es muy frecuente toparse con profesionales encumbrados que han fracasado como amigos o en su vida de pareja porque, aun considerando importante esta faceta, no han dedicado la convivencia con los demás el tiempo suficiente. Y esa falta de interés, con el paso de los años, genera un enfriamiento de la relaciones, un alejamiento difícilmente resoluble, que desemboca en una sensación de frustración vital.
    Y ya nos quedan los otros fracasos, quizá los que más duelen. Son los que se producen por causas más ajenas a nosotros, como las desconsideraciones que nos llegan del exterior o las injusticias inherentes a esta sociedad-jungla, donde otras personas triunfan a costa de mi fracaso. Son derrotas amargas, que nos hacen comernos por dentro de impotencia, pero que hay que asumir para poder sobrevivir con dignidad y volver a levantar el vuelo.
    Pensemos, en estos casos, que, afortunadamente, somos como somos, y que, de imitar a alguien, sólo lo haremos a quien merezca ser tenido como patrón de comportamiento.

    Fuente: Revista Consumer

    jueves, 3 de noviembre de 2011

    7 pasos para determinar y alcanzar las metas


    "Cualquier meta, no importa lo grande que sea, puede lograrse si la partes en suficientes pedazos pequeños" Henry Ford

    Según los estudios, sólo cerca del 3% de las personas tiene sus metas por escrito. Éstas son las personas que consiguen sus sueños.

    Estos 7 pasos te pueden ayudar a crear habitos de conducta  la hora de determinar y alcanzar las metas que nos propongamos
    1.- Decide exactamente qué quieres

    2.- Escríbelo, una meta que no está escrita es meramente una fantasía. Detrás de ella no hay poder ni energía, es como una noche sin estrellas, ni luna

    3.- Establece una fecha límite para tus metas, tu subconsciente adora las fechas límites, activa la voluntad para lograr lo que te propones

    4.- Haz una lista de todo lo que se te ocurra que puedes hacer para lograr tu meta, cualquier meta por grande que sea la puedes lograr si la partes en suficientes pedazos pequeños

    5.- Ordena la lista por secuencia y prioridad

    - Cuando La organizas por secuencia decides lo que tiene que hacerse antes de cualquier cosa, determinas el camino, lo que está primero, lo que está segundo...

    - Cuando organizas la lista por prioridad determinas cual es el elemento más importante y puedes tomar la decisión de hacerlo personalmente o delegarlo

    Cuando llegas a este punto has desarrollado un plan. aquel que tiene una meta y un plan tiene un tesoro y a diferencia del 97% restantes que sólo tienen un deseo y una esperanza.

    No te ha pasado que te estas bañando se te ocurre una idea y te imaginas los resultados pero pasa el día y terminó siendo una idea más

    6.- Actúa con respecto a tu meta , cualquiera que sea, las personas que alcanzan su éxito son las personas orientadas a la acción

    7.- Todos los días haz algo que te acerque a tu meta más importante, y enfrenta los problemas que se te presenten y no pares hasta resolverlos

    Adaptado de TRACY, Brian Psicología de ventas, La fórmula de las metas
    Imagen: Dulce María Gonzalez Calero

    martes, 1 de noviembre de 2011

    ¿Y después de definir los objetivos qué?


    De que te sirve tener claro:

    1.- La misión: Por que existimos
    2.- Tus valores: Qué es importante para nosotros
    3.- La visión: Lo que queremos ser
    4.- La estrategia: Nuestro plan de juego
    5.- Los objetivos: Lo que necesitamos hacer...

    Es aquí donde la mayoría de las personas no encuentran como lograrlos pudiendosele presentar 4 tipos de incapacidades

    1.- La incapacidad estrategica: no somos capaces de encontrar la estrategia eficaz para resolver un problema

    2.- La incapacidad de acción: Cuando las  personas han encontrado la estrategia eficaz pero no es capaz de aplicarla

    3.- Incapacidad en la constancia: Cuando las personas han encontrado la estrategia adecuada, la comienza a aplicar pero no es capaz de mantener la ruta emprendida.

    4.- Incapacidad de gestión: Cuando eres capaz de determinar la estrategia de llevarla a cabo de manera constante, pero no eres capaz de gestionar los resultados "Efectos colaterales" lo que haces puede descompensarte a ti o a las personas a tu alrededor. Al ser incapaz de tolerar sus efectos, cuestionas la estrategia y la cambias, realizas solo una parte o terminas por abandonarla.

    ¿Y después de definir los objetivos qué? Marca tus metas

    "La vida no es una carrera, sino un tiro al blanco, lo que importa no es el ahorro de tiempo, sino la capacidad de encontrar una diana". (Susana tamayo, 1994)

    Si, para conseguir algo hace falta tener claro qué se desea conseguir. Sin objetivos claros es difícil decidir qué hacer y cómo, y más aún analizar los resultados, es más aunque se sepa lo que se quiere, el hecho de formularlo por escrito lo dota de solemnidad y aumenta el compromiso para alcanzarlo.

    Solo haremos algo de modo diferente o mejor, cuando nos comprometamos a cambiar, lo cual implica reconocer los beneficios que obtendremos, creer en ellos y compensar de ese modo la disciplina y el esfuerzo requeridos

    Como recomienda Eales-White (2005) sugiere formular de manera positiva y orientada a la acción una serie de METAS o intensiones es recomendables redactarlas en objetivos y posteriormente seguirán las acciones a emprender y los plazos para conseguirlas.

    En la F1 al iniciar la temporada pocos equipos tienen el objetivo de ganar el campeonato, tanto de pilotos como el de constructores, otros de hacer un podio, algunos de quedar en los puntos y otros pocos de terminar las carreras aunque todos sueñen con ganar.

    Todos saben las reglas,  tienen un objetivo y 19 metas para conseguirlo, carrera a carrera van diseñando la estrategia que les permita llegar a la meta para cumplir el objetivo.

    Al identificar tus objetivos, debes desglosarlo en metas y buscar la estrategia para conseguirlas a través de planes de acción.

    Lo más importante es saber que identificar los objetivos que necesitas lograr no es suficiente, hay que dar un paso más y el único que lo puede dar eres tu mismo.