jueves, 17 de febrero de 2011

Conócete a ti mismo



Realmente ¿crees que te conoces bien? – pregunto el peregrino loco
-Claro respondió con seguridad el otro peregrino-. Si no  me conozco a mi mismo, ¿Quién me va a conocer?
- El que puede leerte – Dijo el peregrino loco con una sonrisa.
-¿Cómo el que puede leerme?
- ¿Has intentado alguna vez leer un libro con la nariz pegada en al papel?
-Nadie puede leer un libro con la nariz pegada al papel – respondió el otro molesto-. Está demasiado cerca.
- Pues tú también estas demasiado cerca de ti mismo como para poder leerte
El otro frunció el ceño, sorprendido por la respuesta del peregrino loco. Había algo de sensato en sus palabras.
Bajó la cabeza  y mirándose los pies continuó caminando por el sendero pero el peregrino loco no había terminado
- Tu ahora deberías preguntarte algo – Le dijo sin perder su desconcertante sonrisa
- ¿Si?- le respondió el otro ciertamente irritado- ¿Qué debería preguntarte?
- Si hay alguna manera de tomar distancia para que uno pueda leerse a si mismo.
-¿Y Bien? – Preguntó el intentando aparentar indiferencia.
- Pues que sí hay una manera – respondió el loco y no dijo más.
-¿Y Cuál es?- insistió el otro a punto de perder los nervios.
- Distanciándose de lo que le recuerda a uno quien se cree que es.
-¿Y Cómo se hace eso? – estalló por fin el otro fuera de sí.
El peregrino loco se detuvo, y fingiendo una enorme preocupación contestó:
- Tranquilo lo estás haciendo ya. Para eso sólo tenias que alejarte de tu ambiente cotidiano, de tus hábitos cotidianos y seguridades cotidianas.

Cuando abandonamos el entramado de seguridades construido por nuestro propio YO, por nuestro EGO, es cuando verdaderamente podemos aspirar a conocernos bien. De ahí el enorme valor de la peregrinación… o de atreverse a tomar riesgos en la vida

Grian (2006) El peregrino Loco 

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