El insomnio es uno de los trastornos más frecuentes de nuestra sociedad. Los expertos lo definen como la incapacidad para conciliar o mantener el sueño adecuadamente según las necesidades físicas de cada persona.
El insomnio no tiene nada que ver con el número de horas de sueño, ya que esto depende fundamentalmente de las características de cada sujeto y no pueden establecerse generalizaciones; los niños, los jóvenes, y quienes realizan esfuerzos físicos probablemente necesitan más horas de sueño que otros grupos de población. Aunque lo normal oscila entre las siete y las nueve horas, esta cifra varía en cada persona; recientemente incluso, un trabajo relacionaba las seis-siete horas de sueño con una vida más larga.
Si usted se identifica con alguno de los siguientes enunciados, es probable que padezca insomnio:
- Le cuesta conciliar el sueño.
- Se despierta con frecuencia durante la noche y tiene problemas para volver a dormir.
- Por la mañana se despierta de repente, más temprano de lo habitual.
- No tiene un sueño reparador y tiene la sensación de que no ha descansado durante la noche.
Además, se puede hablar de insomnio infantil y psicofisiológico, que se produce acompañado de sensación de ansiedad, pensamientos distorsionantes e inadecuados sobre el dormir y por el cuál se desarrollan múltiples pero ineficaces estrategias para conciliar el sueño
El tratamiento del insomnio crónico consta de varias fases: en primer lugar el diagnóstico y el tratamiento de los problemas médicos y psicológicos que subyacen detrás de esa falta de sueño. A continuación se identifican, y en caso necesario se eliminan o reducen, los factores que pueden empeorar esta alteración. Por último, es posible que el especialista tenga que recurrir a la prescripción de algún tipo de fármaco.
La dificultad para dormir puede deberse a numerosos factores internos o externos a nuestro propio organismo. Además, y al margen de ser una alteración primaria en sí mismo, este problema del sueño, puede ser también uno de los síntomas de alguna otra alteración física o mental (dolor crónico, depresión, ansiedad etc).
La mayoría de las causas internas están relacionadas con enfermedades orgánicas. De hecho, son muchas las dolencias que pueden repercutir en el sueño.
Entre estos problemas destacan las enfermedades reumáticas, musculares o de las articulaciones que provocan un dolor constante capaz de alterar el reposo nocturno. También las enfermedades endocrinas provocan un aumento de la actividad metabólica general que puede repercutir en estados de ansiedad e inquietud que alteran el descanso. Otras enfermedades que pueden estar relacionadas con las alteraciones del sueño son las dolencias respiratorias; como en el caso del asma, por ejemplo, donde es frecuente que los ataques se produzcan por la noche, o la insuficiencia respiratoria crónica que provoca dificultades para respirar y tos frecuente.
En el caso de las enfermedades neurológicas, en las que se alteran los ritmos circadianos, no son extraños episodios de agitación nocturna y somnolencia durante el día. Algo similar ocurre en los accidentes cerebrovasculares, entre cuyas secuelas se encuentra el insomnio y la agitación nocturna. Los enfermos de Parkinson suelen presentar un sueño fragmentado, mientras que quienes padecen cefaleas y migrañas también pueden tener episodios dolorosos durante las horas nocturnas.
La alteración del sueño suele ser además uno de los primeros síntomas que indican la posible aparición de enfermedades psiquiátricas. Las personas que padecen esquizofrenia suelen observarse períodos de vigilia muy largos, con pocas de horas de descanso, mientras que en el caso de las manías los expertos han descrito una disminución de la necesidad de horas de sueño, sin que ellos repercuta en el cansancio o en somnolencia durante el día. Las personas con depresión pueden tener un despertar precoz e imposibilidad para volverse a dormir, mientras que en los trastornos de ansiedad, se presentan problemas para dormir.
Además de estos factores internos, algunas causas externas pueden ser también responsables del insomnio:
- Los ruidos intermitentes no habituales, la luz ambiental que puede provocar un despertar más temprano, la temperatura (el calor dificulta la conciliación del sueño mientras que el frío provoca un descanso más superficial), la cama y el lugar donde se duerme, los movimientos de la persona con la que se comparte cama, etc.
- Determinadas sustancias tóxicas como la heroína, la cocaína, las anfetaminas, o el éxtasis, etc afectan al sistema nervioso central. Además, tomar café, té, cacao, o bebidas de cola también pueden afectar al sueño (incluso si los toman moderadamente personas sensibles). En el caso de grandes fumadores, la nicotina, puede dificultar el inicio del sueño y generar despertares durante la noche debido a la abstinencia de unas horas, mientras que el alcohol impide su efecto reparador.
- Algunos medicamentos como los corticoides, las teofilinas, los sustitutivos tiroideos, anticancerígenos y los diuréticos pueden provocar otros trastornos de este tipo.
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