En el siglo II antes de Cristo, acababa de terminar la guerra que siguió al derrumbamiento de la dinastía Qin. En su lugar, reinaba la dinastía Han, cuyo emperador, Liu Bang, había consolidado China por primera vez en un imperio unificado. Para conmemorar este acontecimiento, Liu Bang había invitado a funcionarios y militares políticos de alto rango, poetas y maestros a una gran celebración.
Entre ellos estaba Chen Cen, el maestro a quien Liu Bang había acudido muchas veces para pedir consejo durante su campaña de unificación de China.
La celebración estaba en pleno apogeo. Aquel banquete era el más espléndido que jamás se había visto. En la mesa del centro se sentaba Liu Bang con sus tres grandes consejeros: Siao He, que administraba la logística de la unificación; Han Xin, que organizaba y dirigía la actividad guerrera; y Chang Yan, que formulaba las estrategias diplomática y política.
En otra mesa, se sentaban Chen Cen y sus tres discípulos. Mientras se servía la comida, se pronunciaron discursos, se entregaron condecoraciones y actuaron unos artistas. Todos miraban con orgullo y alborozo, todos excepto los tres discípulos de Chen Cen, que estaban asombrados. Sólo hacia la mitad de la fiesta pronunciaron sus primeras palabras. "Maestro -observaron-, todo esto es magnífico, todo está muy bien, pero en el corazón de la celebración hay un enigma".
Percibiendo las dudas de sus discípulos, el maestro les alentó gentilmente a continuar.
"En la mesa del centro se sienta Xiao He -prosiguieron ellos-. Su conocimiento de la logística es innegable.
Bajo su administración, los soldados siempre han estado bien alimentados y debidamente armados, cualquiera que fuera el terreno. Junto a él está Han Xin. Las tácticas militares de Han Xin son irreprochables. El sabe exactamente dónde acechar al enemigo, cuándo hay que avanzar y cuándo hay que retirarse. Ha ganado todas las batallas que ha dirigido.
A continuación de nosotros está Chang Yang. Chang Yang ve la dinámica de la política y de las relaciones diplomáticas en la palma de su mano. Sabe con qué estados hay que formar alianzas, cómo ganarse los favores políticos y cómo conseguir que se rindan los jefes
de estado sin guerrear. Esto lo entendemos bien.
de estado sin guerrear. Esto lo entendemos bien.
Lo que no podemos comprender es el centro de la mesa, el propio emperador. Liu Bang no puede decir que es de sangre noble y su conocimiento de la logística, de la guerra y de la diplomacia no iguala a la de sus grandes consejeros.
¿Por qué entonces es él el emperador?".
El maestro sonrió y pidió a sus discípulos que imaginaran la rueda de un carro de guerra. "Qué es lo que determina la fuerza de una rueda al llevar un carro hacia adelante?", reguntó. Tras un momento de reflexión, sus discípulos respondieron ¿No es la robustez de sus radios, maestro?".
"Pero entonces, ¿cómo es -contestó él- que dos ruedas hechas de idénticos radios difieren en fortaleza?". Tras un momento de silencio, el maestro continuó "Ved más allá de lo que se ve. No olvidéis nunca que una rueda está hecha no sólo de radios sino también del espacio entre ellos. Los radios fuertes mal situados debilitan la rueda.
El hecho de que se consiga o no su pleno potencial depende de la armonía entre ellos. La esencia de la construcción de las ruedas radica en la aptitud del artesano para concebir y crear el espacio que contiene y equilibra los radios dentro de la rueda. Pensad ahora, ¿quién es el artesano aquí?".
El resplandor de la luz de la luna se veía detrás de la puerta. Reinó el silencio hasta que un discípulo dijo:
"Pero maestro cómo asegura un artesano la armonía entre los radios?". "Piensa en la luz del sol -replicó el maestro-. El sol nutre y vitaliza los árboles y las flores, lo hace así entregando su luz. Pero al final, ¿en qué dirección crece toda la vegetación? Lo mismo ocurre con un artesano maestro como Liu Bang. Después de colocar a los individuos en puestos en los que se aprovecha plenamente su capacidad, él asegura la armonía entre ellos reconociéndoles a todos sus logros innegables. Y al final, del mismo modo que los árboles y las flores crecen hacia el donante, el sol, los individuos crecen hacia Liu Bang con devoción".
W. Chan Kim es profesor adjunto de estrategia y dirección internacional y Renée A. Mauborgne es ayudante de investigación de dirección y negocios internacionales en El Instituto Europeo de Administración de Empresas (INSEAD), Fontainebleau, Francia.
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