La inteligencia ejecutiva es la capacidad que nos permite convertir o transformar las ideas en realidades, dirigiendo nuestro comportamiento con el fin de elegir las metas adecuadas, aprovechando la información que disponemos.
La clave está en la regulación de nuestras emociones, enfocados en tres aspectos:
1.- Capacidad de soportar el esfuerzo para conseguir las metas
2.- Conseguir aguantar las molestias que se nos presentan en el camino
3.- Proyectarnos en el futuro, sin esperar recompensas a corto plazo, los objetivos a largo plazo nos hará conseguir la clave uno y dos.
Lo interesante de esta propuesta es que la inteligencia ejecutiva puede ser aprendida. el aprendizaje puede actuar en construir una inteligencia ejecutiva eficaz y con buenos criterios de evaluación sobre nuestras actuaciones.
Una de las mejores herramientas con la que se cuenta para aprender la inteligencia ejecutiva es:
El habla interior, porque vuelve consciente lo que sucede en la inteligencia que genera o que crea, nos permite buscar en la memoria, hacer planes y darnos órdenes a nosotros mismos.
Aprender las funciones ejecutivas, nos permiten aumentar la capacidad de tomar decisiones o de mantener el esfuerzo, ocuparse del fomento de la virtud de la fortaleza, que integra muchos aspectos diferentes:
- la magnanimidad (el hábito de emprender voluntariamente cosas difíciles),
- la valentía,
- la resistencia,
- la resiliencia (la capacidad de sobreponernos a los obstáculos y dificultades),
- la flexibilidad,
- la determinación.
- la motivación, como la energía que nos mueve.
Nuestro proyecto emprendedor necesita que estemos motivados. Según Marina la motivación es una producción de la inteligencia generadora, porque la energía para la acción procede de nuestros deseos; pero nos lleva a la decisión.
Cuando estamos motivados debemos desarrollar la inteligencia ejecutiva, que puede aceptarla o rechazarla dicha motivación. Si decide asumirla, convierte la motivación en un proyecto personal, comprometiéndose con él.
El compromiso constituye un nuevo modo de motivación, exclusivamente humano. Hay cosas que no deseamos hacer, pero que sabemos que debemos hacerlas, porque las hemos integrado en un proyecto personal que hemos decidido emprender. El esfuerzo, la tenacidad, la perseverancia, entran en juego.
“no me basta con ser, tengo que hacer” María de Maeztu
Las ocho funciones ejecutivas básicas:
- Inhibir la respuesta, no dejarse llevar de la impulsividad.
- Dirigir la atención. Poder concentrarse en una tarea, dirigirla hacia un objeto (exterior o interior). Saber evitar las distracciones.
- Control emocional. La capacidad para resistir los movimientos emocionales que perturban la acción.
- Planificación y organización de las metas.
- Inicio y mantenimiento de la acción.
- Flexibilidad. La capacidad de cambiar de estrategia. De aprender cosas nuevas o de aprender de los errores.
- Manejo de la memoria de trabajo. Capacidad para aprovechar los conocimientos que se tienen.
- Manejo de la metacognición. Reflexionar sobre nuestro modo de pensar con el fin de mejorarlo. Pero la metacognición debe prolongarse con la metaemoción y la metapraxis. La reflexión sobre cómo pensamos, debe prolongarse en la reflexión sobre cómo sentimos y sobre cómo actuamos. La supervisión que ejercemos sobre nosotros mismos.
Fuente: José Antonio Marina
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