martes, 23 de junio de 2015

¿Cuándo afilaste tu hacha por última vez?


Cuando sientas que el árbol no te deja ver el bosque, Cuando sientas que el bosque no te deja ver los bosques, detenerse, descansar, tener un plan y planificar nos permitirá gestionar nuestra energía no solo nuestro tiempo, debemos conseguir tiempo para el árbol , para el bosque y para los bosques.




Todos tenemos una velocidad que depende de la distancia por el tiempo, pero en ocasiones necesitamos gestionar la energía necesaria para llegar a la velocidad de crucero, a la constancia que nos permitirá  terminar lo que empezamos. Trabajamos en proyectos  dependientes, independientes e interdependientes. Afilar el hacha es una actividad importante que tenemos que activar nosotros mismos para dar expresión a nuestra motivación y como nadie puede hacerlo por nosotros. 

Debemos hacerlo nosotros mismos, Haciendo, reflexionando, pensando y decidiendo.

En ocasiones nos enfocamos en complacer a los demás sin pensar en nosotros , justificando nuestras responsabilidades o nuestro deber. 

Pensar en uno mismo, detenerse y observar la distancia que nos falta, el tiempo que tenemos y los recursos con los que contamos. Es ver el bosque.

¿El leñador que se propuso hacer un buen papel?

Había una vez un leñador que se presento a trabajar en una maderera.
El sueldo era bueno y las condiciones de trabajo mejores aún, así que el leñador se propuso hacer un buen papel.

El primer día se presento al capataz, que le dio un hacha y le asignó una zona del bosque. El hombre, entusiasmado, salió al bosque a talar. En un solo día cortó 18 árboles.

- Te felicito -le dijo el capataz -. Sigue así.

Animado por las palabras del capataz, el leñador se decidió a mejorar su propio trabajo al día siguiente. Así que esa noche se acostó bien temprano.
A la mañana siguiente, se levantó antes que nadie y se fue al bosque.

A pesar de todo su empeño, no consiguió cortar más de 15 árboles. - Debo estar cansado – pensó.

Y decidió acostarse con la puesta de sol.

Al amanecer, se levantó decidido a batir su marca de 18 árboles. Sin embargo, ese día  no llegó ni a la mitad.

Al día siguiente fueron 7, luego 5, y el último día estuvo toda la tarde tratando de talar su segundo árbol.

Inquieto por lo que diría el capataz, el leñador fue a contarle lo que le estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se estaba esforzando hasta los límites del desfallecimiento... Cabizbajo, apesadumbrado, se acercó al capataz...
Y al relatarle lo sucedido...

El capataz tranquilo y mirándole a los ojos le dijo:

“Tan solo una pregunta... ¿Cuándo afilaste tu hacha por última vez?".

- ¿Afilar?-respondió él - No he tenido tiempo de afilar: he estado demasiado ocupado talando árboles!!!

Fuente: El leñador tenaz de Jorge Bucay





¿De qué sirve, empezar con un enorme esfuerzo que pronto se volverá insuficiente? Cuando me esfuerzo, el tiempo de recuperación nunca es suficiente para optimizar mi rendimiento.


Descansar, cambiar de ocupación, hacer otras cosas, es muchas veces una manera de afilar nuestras herramientas. 

Seguir haciendo algo a la fuerza, en cambio, es un vano intento de reemplazar con voluntad la incapacidad de un individuo en un momento determinado.


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