El conocimiento, en sus diferentes formas y acepciones, se ha convertido en un factor crítico para explicar la capacidad competitiva de las empresas. Los recursos y capacidades de carácter intangible, cuyo valor trata de aproximar el concepto de Capital Intelectual, están en la base de un nuevo paradigma explicativo sobre la forma en que las organizaciones consiguen alcanzar ventajas competitivas sostenibles.
El aprendizaje puede entenderse como un proceso de alta complejidad que nos conduce a nuevos conocimientos. Desde una perspectiva dinámica, el recurso más valioso de una organización es su capacidad para aprender y así poder modificar su conducta en función de las exigencias del entorno. Kogut y Zander (1992) consideran como dimensión central del análisis competitivo la capacidad de crear y transferir conocimientos de forma eficiente dentro de un contexto organizativo. En consecuencia, el proceso de aprendizaje en las organizaciones, esto es, la forma en que las organizaciones asimilan conocimientos, los transforman internamente y los aplican para ofrecer productos y servicios capaces de satisfacer las necesidades de los mercados, se ha convertido en la clave del éxito y la supervivencia empresarial.
Se trata pues, de un proceso esencial para la supervivencia empresarial, tanto más importante cuanto más complejo y cambiante sea el entorno en que se compite. Así mismo, se analiza la gestión del conocimiento, knowledge management (KM), nuevo paradigma que se interesa por la forma en que las organizaciones gestionan todos sus activos que tienen como base el conocimiento.
Definir el conocimiento dista de ser una tarea sencilla, por lo que una única definición no capta la información del conocimiento. Así, los datos pueden entenderse como un conjunto de hechos discretos y objetivos sobre acontecimientos que pueden ser observados, por lo que son fáciles de transmitir y almacenar. Los datos por sí mismos carecen de significado, pero son la materia prima de la información. Drucker (1988) define la información como "datos dotados de relevancia y propósito", es decir la información permite al decisor encontrar respuesta a determinados interrogantes. Dicho de otra forma, los datos se convierten en información cuando adquieren significado para un individuo. A partir de la información adecuada, el receptor de la misma puede actuar y modificar su comportamiento, si bien esta actuación estará siempre sujeta a la interpretación que de la misma se haga, lo que le confiere un carácter subjetivo. La misma información puede adquirir significados distintos para diferentes individuos, en función de sus experiencias y objetivos. El conocimiento requiere avanzar un paso más y se genera a partir de la información, para Liebeskind (1996), "el conocimiento es información cuya validez ha sido establecida mediante algún tipo de prueba", en este sentido, el conocimiento se diferencia de las opiniones, creencias o especulaciones u otros tipos de información no probada".
Otros autores no son tan taxativos y ponen el énfasis en la complejidad del conocimiento. Davenport y Prusak (2001) consideran que, "el conocimiento es una mezcla fluida de experiencia estructurada, valores, información contextual e internalización experta que proporciona un marco para la evaluación e incorporación de nuevas experiencias e información. Se origina y se aplica en la mente de los conocedores. En las organizaciones, con frecuencia queda arraigado no sólo en documentos o bases de datos, sino también en las rutinas, procesos, prácticas y normas institucionales"
Una definición más precisa la ofrecen Nonaka y Takeuchi (1995). Para estos autores, "el conocimiento es una creencia justificada sostenida por un individuo acerca de las relaciones causales entre fenómenos"
En esta definición encontramos de nuevo el matiz de probar o justificar para pasar de la información a conocimiento. Así, el conocimiento establece relaciones de causalidad entre entradas y salidas que tienen un carácter confiable o verdadero, de tal forma que se puede esperar que cuando se repitan las mismas circunstancias se obtendrán los mismos resultados.
Siguiendo con las relaciones de causalidad, podemos considerar que el conocimiento antecede a la acción y, en un proceso continuo y dinámico, las acciones emprendidas y los resultados obtenidos generan nuevos datos e información que pueden alcanzar un nivel de validez como para ser considerados nuevos conocimientos.
Esta secuencia ilustra cómo el conocimiento se genera a través del tiempo mediante la experiencia adquirida y procesada, que, junto a la información absorbida del exterior, permite la creación de nuevos conocimientos.
El aprendizaje puede entenderse como un proceso de alta complejidad que nos conduce a nuevos conocimientos. Desde una perspectiva dinámica, el recurso más valioso de una organización es su capacidad para aprender y así poder modificar su conducta en función de las exigencias del entorno. Kogut y Zander (1992) consideran como dimensión central del análisis competitivo la capacidad de crear y transferir conocimientos de forma eficiente dentro de un contexto organizativo. En consecuencia, el proceso de aprendizaje en las organizaciones, esto es, la forma en que las organizaciones asimilan conocimientos, los transforman internamente y los aplican para ofrecer productos y servicios capaces de satisfacer las necesidades de los mercados, se ha convertido en la clave del éxito y la supervivencia empresarial.
Se trata pues, de un proceso esencial para la supervivencia empresarial, tanto más importante cuanto más complejo y cambiante sea el entorno en que se compite. Así mismo, se analiza la gestión del conocimiento, knowledge management (KM), nuevo paradigma que se interesa por la forma en que las organizaciones gestionan todos sus activos que tienen como base el conocimiento.
Definir el conocimiento dista de ser una tarea sencilla, por lo que una única definición no capta la información del conocimiento. Así, los datos pueden entenderse como un conjunto de hechos discretos y objetivos sobre acontecimientos que pueden ser observados, por lo que son fáciles de transmitir y almacenar. Los datos por sí mismos carecen de significado, pero son la materia prima de la información. Drucker (1988) define la información como "datos dotados de relevancia y propósito", es decir la información permite al decisor encontrar respuesta a determinados interrogantes. Dicho de otra forma, los datos se convierten en información cuando adquieren significado para un individuo. A partir de la información adecuada, el receptor de la misma puede actuar y modificar su comportamiento, si bien esta actuación estará siempre sujeta a la interpretación que de la misma se haga, lo que le confiere un carácter subjetivo. La misma información puede adquirir significados distintos para diferentes individuos, en función de sus experiencias y objetivos. El conocimiento requiere avanzar un paso más y se genera a partir de la información, para Liebeskind (1996), "el conocimiento es información cuya validez ha sido establecida mediante algún tipo de prueba", en este sentido, el conocimiento se diferencia de las opiniones, creencias o especulaciones u otros tipos de información no probada".
Otros autores no son tan taxativos y ponen el énfasis en la complejidad del conocimiento. Davenport y Prusak (2001) consideran que, "el conocimiento es una mezcla fluida de experiencia estructurada, valores, información contextual e internalización experta que proporciona un marco para la evaluación e incorporación de nuevas experiencias e información. Se origina y se aplica en la mente de los conocedores. En las organizaciones, con frecuencia queda arraigado no sólo en documentos o bases de datos, sino también en las rutinas, procesos, prácticas y normas institucionales"
Una definición más precisa la ofrecen Nonaka y Takeuchi (1995). Para estos autores, "el conocimiento es una creencia justificada sostenida por un individuo acerca de las relaciones causales entre fenómenos"
En esta definición encontramos de nuevo el matiz de probar o justificar para pasar de la información a conocimiento. Así, el conocimiento establece relaciones de causalidad entre entradas y salidas que tienen un carácter confiable o verdadero, de tal forma que se puede esperar que cuando se repitan las mismas circunstancias se obtendrán los mismos resultados.
Siguiendo con las relaciones de causalidad, podemos considerar que el conocimiento antecede a la acción y, en un proceso continuo y dinámico, las acciones emprendidas y los resultados obtenidos generan nuevos datos e información que pueden alcanzar un nivel de validez como para ser considerados nuevos conocimientos.
Esta secuencia ilustra cómo el conocimiento se genera a través del tiempo mediante la experiencia adquirida y procesada, que, junto a la información absorbida del exterior, permite la creación de nuevos conocimientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario